La
vergüenza que nos ganamos aquella noche, en cambio, nos acompañaría para siempre.
Los que alardeaban de ser mis mejores amigos y que iban a tener el honor de ser
mis padrinos aquel día, dejaron también
aquella noche de dirigirme la palabra, al igual que la mujer que me juró amor
eterno y a quien un acto de debilidad le hizo sustituir amor por desprecio. Sin embargo, la que guardaba silencio, la
mujer que nunca me reprochó no haber acudido a aquella cita, la que nunca más
volvió a pronunciar la palabra “cobarde”, soportó con alivio la vergüenza seguramente
por no tener que haber llorado nunca el
duelo por su hijo.
-Pulgacroft-
(Microrrelato presentado a la VII Edición de RelatosenCadena de La Ser. La
frase de comienzo era " La vergüenza que nos ganamos aquella noche, en
cambio, nos acompañaría para siempre. ")