Verba volant, scripta manent.

Olvido


Cuando iba a salir por la puerta le pregunté si lo llevaba todo, si no se dejaba algo: las llaves, alguna maleta, los billetes, el dni…
Comprobó cada cosa y cerró la puerta sin mirar atrás.
Lo llevaba todo, no se había olvidado nada, excepto lo más importante: no se había acordado de sí misma. Se dejó olvidada en un cajón del estante.
Rehizo su vida (o eso creyó) sin darse cuenta de que ya no VIVÍA fuera de aquellas paredes, así que el tiempo fue transcurriendo como siempre: sin pausa pero sin prisa, implacable, imparable…y cuando un día se acordó de que no era ella, de que se había olvidado y necesitaba volver a recogerse, regresó.
Abrió el cajón donde se había quedado y se encontró llena de moho y de manchas marrones regalo de los años, se encontró inservible, estropeada y deslucida; no quedaba nada de la frescura y el lustre de antaño.
Encima de la repisa todavía dormía la nota escrita a mano: “no olvidarme de mí”.
Metió la nota en el cajón junto a sí misma y decidió volver a irse, cerró la puerta como aquella vez: sin mirás atrás, pero ahora consciente de que se dejaba y de que ya no era ella; consciente (esta vez sí) de que jamás podría VIVIR fuera de aquellas paredes…

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