Verba volant, scripta manent.

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No escribir



Leo a Jordi Doce: "El escritor gasta la mayor parte de sus fuerzas en una actividad paradójicamente agotadora: no escribir". Y pienso yo: ¡qué gran verdad! porque aunque no me considere yo escritora, es cierto que una alberga y siente ciertas inquietudes y que el no serlo, lo de escritora digo, no le resta al sentimiento ni un ápice.
En no escribir discurre la mayor parte de mi tiempo y, aparte de agotador, yo diría que (me) resulta también aterrador.



 

Consuelo y Manolo

 



Me pregunto qué habrá sido de Consuelo y Manolo, desposados aquel 30 de agosto del 97. Era sábado, El Madrid jugaba contra el Atlético, cerca de Argel morían trescientos civiles en una terrible matanza y el diario El País costaba 125 pesetas. En España, la banda terrorista ETA aún estaba activa. Pero supongo que nada de esto empañaría la boda de Consuelo y Manolo. Es curioso, Manolo debía de tener tan asumido el hipocorístico que en el recordatorio de su boda no usó Manuel, sin embargo Consuelo no debía de ser tan conocida por Chelo como para que constara en la tarjeta.
Han pasado casi 25 años desde que se casaron. Habrán tenido hijos?, seguirán casados? se habrán separado o seguirán amándose y respetándose en la riqueza y en la pobreza? en la salud y en la enfermedad? o (en el peor de los casos) los habrá separado la muerte?... quién sabe...¿qué habrá sido de Consuelo y Manolo? Si se casaron jóvenes, ya no lo son tanto.
Sí, han pasado casi 25 años y me llega a mí ahora el recordatorio de su boda.
Me lo encontré dentro de un libro que compré de segunda mano. Me encanta encontrarme estas sorpresas en los libros. Son huellas del pasado que nos hablan, aunque la mayoría de las veces nos dejen sólo incógnitas. No sé si el anterior propietario sería familiar o amigo de los novios o incluso uno de ellos.
Al abrir el libro, estaba ahí la estampina, con ese cuadro que me encanta que supongo represente las Bodas de Caná o similar. Ahora forma parte de mi colección de marcapáginas y , haya sido lo que haya sido de Consuelo y Manolo, en mi imaginación serán siempre un matrimonio feliz de recién casados así pues:
¡ Que vivan los novios !



Tete Montoliu

 



Es curioso, cuando escuché a Tete Montoliu en un programa de radio (creo que el de Jazz porque sí, que solía tener de fondo el tiempo justo de ponerme el pijama y meterme en la cama sin prestarle demasiada atención) algo me llamó tanto la atención (esta vez sí) que me compre este CD. Fue en los 90. Lo escuché, me gustó pero no indagué más en el Universo del Jazz hasta muchos años después.
He perdido muchos CDs a lo largo de "mi historia" pero Tete sobrevivió a mudanzas y traslados, impertérrito con sus gafas de sol mirando hacia ese mar que le traería recuerdos de la danesa Line, a quien está dedicado este disco de amor absoluto. Tan marcado le dejó el fin de aquella historia que pensó,incluso, en el suicidio. Afortunadamente no llegó a tanto, se metió en el estudio de grabación y transformó todo aquel amor en una música maravillosa.
No sé qué fue lo que me llamó en aquel primer momento porque nada sabía de esta anécdota, ni el jazz había llamado (aún) a mis oídos... Así es la magia de los pequeños momentos. Curiosamente no tengo más discos de Tete Montoliu como si, inconscientemente, tuviera miedo a que ningún otro me guste tanto.



Sin propósitos

 





Nunca me hago propósitos de Año Nuevo y este año, tampoco.
Seguramente seguiré comprando más libros de los que leo y leyendo mucho menos de lo que me gustaría. También, seguramente, seguiré pesando más kilos de los que debería y haciendo mucho menos ejercicio del que me convendría.
Intentaré seguir escribiendo, no ya mucho ni poco, sino mejor pero seguramente seguiré juntando palabras como buenamente pueda que no irán mucho más allá de este papel que no es ni siquiera papel. Seguramente seguiré preguntándome si, realmente, merece la pena que yo publique otro libro de poemas, y sin embargo espero que, aunque la respuesta sea no, sí que en este 2022 vea la luz un librín mío, pospuesto y repospuesto por excesivo respeto a la verdadera Poesía. Pero quién sabe...
En fin, ya se verá. Queda mucho año por delante, y será Él quien decida. Nosotros vamos proponiendo pero la Vida es la que va disponiendo y sorprendiéndonos. Por eso nunca hago propósitos de Año Nuevo y este año, tampoco.
Las fotos son de hoy. Cambia el año, cambiamos nosotros, pero la Belleza permanece inalterable.


¡ Feliz Navidad !

 



Hoy, en el paseo con mi padre, hicimos esta foto. Bueno, la hice yo pero la comentamos los dos.
Me gustan mucho los pájaros, le decía. Hablábamos de que con el tiempo me fui convenciendo de que ya no tendría un pájaro en una jaula, que no están hechos para eso. Mi padre me daba la razón...quizás un jardín donde poder ponerles comida y contemplarlos más de cerca...pero al fin y al cabo, el jardín está aquí, ya lo tenemos, sólo hay que pararse un momento y mirar.
Os dejo la foto de uno de los gorriones, vecinos de nuestro barrio. Ya veis que están perfectamente mimetizados con el color de los árboles y con el color grisáceo del cielo y rellenan el vacío de hojas que hay ahora en las ramas.
Os deseo una Navidad sencilla como este gorrión, pero rica en libertad y vida que creo que tienen, y llena también de la paz que a mí me produce el contemplarlos.
Es mi deseo, de corazón, para todos los que habitual o esporádicamente pasáis por aquí. 



Bibliotecas Públicas

 



De todas las horas que he pasado en mi vida en una biblioteca, no hay ni un solo minuto que no fuera de felicidad. Me gusta andar entre las estanterías, ojear y hojear libros, leer páginas sueltas… me encanta la sensación de adoptar por unos días un libro que me haya dicho “llévame a casa” (sí, lo libros nos hablan, nos seducen, saben cómo hacerlo y cuando eso pasa yo, al menos, no me puedo resistir).

Esta pandemia aparte de todos los inconvenientes, incertidumbres y miedos ha traído consigo también el cierre de bibliotecas públicas, esa especie de templos en los que muchos nos adentramos a encontrar nuestra particular paz y bienestar; pero también se acercan a ellas quienes la compra de libros nuevos se les hace cuesta arriba y más ahora en las tremendas y actuales circunstancias.

Pues bien, me entero hoy, de primera y fidedigna mano, que en Oviedo (mi Oviedín) sólo están abiertas dos bibliotecas (La Granja y San Lázaro) pudiendo estarlo algunas más, es decir, aun cumpliendo con todas las condiciones y lógicas medidas sanitarias como son higiene, distancias, personal suficiente, tiempos de cuarentena y ventilación… me consta que siguen cerradas unas cuantas bibliotecas públicas como son las de Ciudad Naranco, La Corredoria, Ventanielles, Vallobín… el porqué se me escapa, se nos escapa. Pero lo cierto es que parece que la lectura, los libros, la cultura, no son artículos y bienes de primera necesidad y que, si no hacemos lo posible por acercarlos a la gente, nos convertiremos en una sociedad menos libre y más manipulable, más ciega, más intolerante…menos feliz.

Este post no es contra de nadie, sino a favor de los libros y las bibliotecas públicas, a favor de que la lectura y la cultura esté lo más al alcance posible de todos. Es una petición, a quien corresponda, al Ayuntamiento de Oviedo (ya que en En Gijón, Mieres, Avilés y Siero están abiertas todas) para que - por favor – lleven a cabo la apertura de estas bibliotecas que cumplen con todos los requisitos para poder estar abiertas al público. En sus manos está que el Paraíso que Borges siempre imaginó como “algún tipo de biblioteca” lo sea también, en ese sentido, esta parte de nuestro Paraíso Natural.




Dominar el Mundo

 



Hace unos días me regalaron, para mi colección de lápices, éste de pretensiones titánicas y megalómanas.

No deseo tanto. Me conformaría con conseguir, tan solo, una pequeña parte de aquello que dijo Séneca: “Dominarse a sí mismo es el mayor de los imperios."




De superficies y profundidades


Apuntes de mi libreta_Sandra Sánchez


Reviso una libreta que andaba por ahí. Encuentro este último escrito en ella. Aún no sabía que una pandemia iba a golpear muy pronto al mundo. Luego vino el confinamiento, el parón forzoso que me hizo libre en algunos aspectos importantes, que no es poco. Ahora mismo parece que ni siquiera recuerdo bien cuál era la superficie en la que pensaba que vivía aunque sí sé que no me refería a frívolas superficialidades. Por lo demás, sigo (como puedo) mi desescalada personal, que tampoco es poco y hoy, sólo me apetece dejarme llevar como cuando se hace el muerto en el agua.




Quisiera ser esa flor




Quisiera ser esa flor - no por su belleza - sino por su falta de desvelo en serlo para los demás.

(La perfección de la flor es de mi begonia; la imperfección del haiku, mía).


Mis plantas me enseñan

Mi Bego


Mis plantas me enseñan paciencia, que tanta falta (me) hace, me enseñan que todo llega - lo bueno y lo malo - el tiempo de florecer y el tiempo de marchitarse. Me deleitan con la armonía del silencio, que tanto me gusta.
Me enseñan lo necesario de los cambios, esa adaptación que tan difícil se nos hace a veces.De mis plantas obtengo compañía y serenidad. Me traen, a domicilio, parte de la Belleza natural de ahí afuera. Me enseñan respeto y a ser sensible a la fragilidad ajena. Aprendo con ellas la necesidad de cuidar, la necesidad de observar y a no dar, a la primera, nada por perdido.

Pero creo que la lección más grande y más importante que me enseñan es la de la gratitud.
Hace un año, cuando compré esta begonia, alguien me dijo que sería efímera... Parece que a ella, eso, no lo sentó muy bien y aquí está. LLegará su momento, como el de todos nosotros, pero no será todavía.



BE THE POEM




Lo primero es dificilísimo (serlo decentemente, me refiero); así que me conformaría, en esta vida, con ser un verso libre y bueno, pero tampoco eso es prosa fácil.




CAMINANTES


"Nueva normalidad"_ ©Sandra Sánchez


Unos 45 minutos caminando; caminando por caminar, sin rumbo, como zombies... Hoy he acariciado con los ojos la “nueva normalidad”: mascarillas, distancias, esquivar a gente, cambios de acera… He visto de todo: he visto quienes hemos observado estrictamente las normas, he visto algún corrillo de gente sin mascarillas, también he visto faltas de respeto a la franja horaria por parte de algunas personas. Pero en fin, viva la libertad. Me he metido por una zona en donde he encontrado una plaza interior que estaba vacía; nadie, los columpios precintados. La “nueva normalidad” es triste, distópica. Somos zombies caminando detrás de otros zombies. Me ha saludado una chica que conocía pero yo no la he reconocido a ella, las dos con mascarilla. Creo que hemos sonreído, yo al menos.
Durante todo el tiempo que he estado fuera se ha escuchado una música como si hubiera un concierto cercano, lo que leeis: a volúmen de concierto, os juro que no exagero. No sé si salía de alguna ventana, supongo que sí, claro. He pensado en los vecinos de ese piso teniendo que soportar todas esas canciones a la fuerza, porque sí, porque parece que la “nueva normalidad” impone música para acallar el silencio interior que nos grita y que no queremos escuchar. O tal vez, no queremos recordar que se han ido 25.264 personas que ya nunca podrán escuchar nada. O quizás no es cosa de la nueva normalidad y esa situación se ha dado durante todo el confinamiento, si así fuera, y yo hubiera sido una vecina de ese bloque, ya me hubiera tirado por la ventana. También os lo juro (creo). Pero es su libertad y hay que respetarla; la de los demás, siempre la de los demás.
He vuelto triste. Quizás es porque hoy tampoco tuve un buen día. Ni la puesta de sol me ha parecido como siempre, me ha dado la sensación de que era de mentira, falsaria, como si alguien la hubiera colocado ahí para recordarnos cruelmente la otra normalidad, la de verdad.
Sólo me consuela pensar que todo esto sea algo transitorio.
Casi al llegar a casa me he vuelto a encontrar con la misma persona que me había saludado y hemos cambiado de acera para no cruzarnos. Me ha resultado deprimente.
No sé si mañana me apetecerá salir de nuevo a ver la misma distopía. Quizás tengo el síndrome ése de la cabaña, no lo sé; sólo sé que, al menos, lo que hago en mi casa sí es normal.
Me asusta pensar que ahora mismo la auténtica normalidad sólo está dentro de una película.
En fin. Un día menos.




Terapias


Terapias_Sandra Sánchez


Cojo esa hoja de periódico (de 2018) al azar para hacer jardinería de confinamiento en la mesa de la cocina y me fijo en el titular. Creo que estaba escrito para que yo lo leyera dos años después y sí, para que le diera toda la razón. 




Adaptarse...

Mi pequeña colección de cactus ventaneros 


“Hay que ser como un cactus – Dijo la abuela. Adaptarse a cualquier momento, tiempo y circunstancias… Ser fuerte y aún así nunca olvidarse de florecer.”
-Anónimo-



Confinamiento en buena compañía

Mi_orquidea_©SandraSánchez


Que dicen mis princesas que no, que no me dejan sola. Les digo que a lo mejor tienen que abandonar su vara antes del 11 de abril, que sé que igual tienen que atender a órdenes que vengan de más arriba, pero me dicen que si yo aguanto, ellas también. Las miro y les doy las gracias.
Aún quedan muchos días de vernos los pétalos y la cara a todas horas. Espero que tengan paciencia y que no se cansen de mí; pero nunca se sabe... una ya va teniendo sus manías.

#yomequedoencasa  con   #misprincesas




De "preocupaciones" y mareas.

Playa_LaEspasa_Asturias_©SandraSánchez


Hace una temporada andaba yo "preocupada" (ojo a las comillas porque yo las preocupaciones hace años que trato de priorizarlas muy mucho) porque no escribía. Ya sabéis los que andáis por aquí que he escrito algún que otro poema y también algún microrrelato. Pues eso, era como si de repente la inspiración, las musas, o qué sé yo qué se hubieran ido. Seguramente a los que tenéis la afición o la necesidad de juntar letras no os suene esto desconocido, pero no sé, era como si ya no tuviera nada que decir (y tampoco es que hubiera yo dicho mucho, o que lo que hubiera dicho lo hubiese dicho ni siquiera bien... vaya trabalenguas que estoy formando aquí a lo tonto). Es más: tengo poemas para un nuevo libro y no siento ahora mismo la necesidad imperiosa de seleccionarlos en condiciones y poner de nuevo en marcha el engranaje de la publicación. Tampoco tengo como excusa la falta de tiempo (nunca la tuve, en realidad) ni nada parecido. Simplemente creo, y digo sólo creo porque como decía Tom Hanks en "Náufrago": "Quién sabe qué traerá mañana la marea", pues que si antes me "preocupaba" (y vuelvo a entrecomillar) si mis poemas eran buenos o malos, y quizás eso me impedía soltarme y volver a escribir con fluidez (no digo bien ni mal, digo sólo con fluidez) ahora eso es algo que ha pasado al último lugar en mi lista de prioridades y "preocupaciones" (insito en el entrecomillado). Siempre he sentido cierta sensación de intrusismo en esto de la escritura y más aún en la Poesía (a la que tanto respeto) así que supongo que lo mejor será que me deje llevar por los días venideros sin que todo esto cause en mí malestar mayor.
Este confinamiento (del cual llevamos sólo la cuarta parte, si es que el total fuera de 4 semanas) me está haciendo experimentar cosas bastante más importantes que el escribir un poema malo o regular que quedará perdido en el olvido en apenas días. Siento preguntas (las siento, no sólo me las pregunto, sino que las siento) como que cuánto tiempo perdemos en cultivar la superficie y qué poco el interior. Cuánto en hablar y qué poco en escuchar. Cuánto en querer tener razón y qué poco, en realidad, en razonar. Cuánto tiempo dando consejos y qué poco aplicándonos a nosotros mismos tan sólo uno de ellos. Cuánto tiempo en "vendernos" como quisiéramos ser y qué poco en depurarnos para conseguir ser realmente como creemos que somos, cuánto en hacer ruido y qué poco en construir silencio...
No sé, está todo esto un poco desbalagado, es cierto, pero hoy la marea ha traído estos pensamientos, estas líneas que ni siquiera son respuestas a nada, seguramente sean sólo nuevas preguntas, olas de una marea que viene y va.
Y, en todo caso además, quién sabe qué traerá mañana, nuevamente, la marea.



(La foto podría ser de un mar cualquiera, pero es de mi Cantábrico,un día en la playa La Espasa, Asturias, en agosto de 2018).




TAMBIÉN EL SILENCIO ES LUCHA

Foto: © Darren Moore



Miro por la ventana. La calle está prácticamente desierta, y no es que, de normal, haya demasiado bullicio pero sí coches subiendo y bajando y, sobre todo, en segunda fila. Siempre abarrotada. Hoy no, hoy están aparcados y no hay ni uno más ni uno menos. Las ventanas cerradas. Silencio. Siempre me ha gustado asomarme a la ventana un rato y observar. Hoy es especial. Hoy observo el bloque de enfrente, las casas, los edificios... los búnkeres en los que se han convertido, de repente, los hogares. Veo a un vecino que se asoma. Mira a derecha e izquierda, observa también la calle.. Hay un momento en que nuestras miradas se cruzan y hoy, casi puedo adivinar lo que está pensando. Cierra la ventana. Un mujer sola camina por la acera con un perro, se para al lado de la papelera, apaga la colilla en su borde y la tira dentro. Un simple gesto también es lucha (aunque hoy ésa, es otra guerra). Sigue. El perro va moviendo la cola ajeno a un mundo que estos días vive con inquietud.

He comido mientras veía con atención el comunicado de Pedro Sánchez. Estamos en Estado de Alarma, alarmados ya lo estábamos antes pero creo, que todavía no lo suficiente hasta hoy. Al coger una servilleta de papel me fijo en que es de ésas enormes de no sé cuántas capas. La he cortado a la mitad, no sé, la sicosis de la celulosa de estos días parece que cala hasta los huesos. Me he dado cuenta de que con la mitad he tenido suficiente, y entonces he pensado en la cantidad de cosas que desperdiciamos de continuo: papel,plástico, agua, comida... ruido…
LLevo toda la tarde en silencio. A diario suelo estarlo si estoy en casa, pero hoy parece que el silencio es más espeso y se extiende como la niebla. Y pienso en eso y en el contraste que debe ser ahora mismo un hospital en urgencias. Y pienso, también, en todo el personal sanitario que lucha metido de lleno en el estrés y en que sin embargo a mí, a nosotros, al resto de la población lo único que se nos pide es calma y que nos quedemos en casa. Seguramente somos muchos los que también lo estamos haciendo en silencio. Es curioso, quizás esta guerra la gane el silencio y la calma, la quietud, la inacción. El distanciamiento. Sí, pero sólo físico, porque yo hoy, no sé por qué, y aunque no se lo diga de palabra, me encuentro más cerca que nunca de muchas personas.





#QuédateEnCasa    #YoMeQuedoEnCasa



Última reflexión del 19

Mi ficus ginseng_Sandra Sánchez
Mi ficus ginseng


Hace unos años estuve a punto de tirar este ficus ginseng que tenía en mi casa. Lo cuidaba como al resto de plantas pero se fue secando y fue perdiendo las hojas hasta que sólo quedó el tronco y unas pocas ramas completamente desnudas y resecas que daban más pena que otra cosa. Al cogerlo, para llevarlo a la basura, vi que, de una de aquellas ramas, asomaba lo que me parecía un diminuto brote verde. Pensé que serían sólo mis deseos de que no hubiera muerto pero lo observé más de cerca y, efectivamente, había una pequeñísima puntita verde. Estuvo así unos días pero no prosperaba. Decidí cambiarlo de lugar, de condiciones, lo cambié hasta de casa (lo llevé a la de mi padre que tiene más luz y temperatura más alta y constante)... poco a poco se fue recuperando y ahora luce hermoso y fuerte.
No sé si es un poco triste, o solamente curioso, o simplemente así; que, aunque un poco drástico, a veces, hay que alejarse de lo que se quiere para poder salvarlo.



UN TIPO CALVO Y CON GAFAS



Me dijo que era "un tipo calvo y con gafas" y que estaría en la única cafetería que había arriba de un centro comercial muy conocido de aquí de Oviedo. Me había enviado ayer un mensaje a un portal de estos de venta de segunda mano diciéndome que me compraba los dos tomos que yo vendía de un autor de género diarístico (yo me había comprado hace poco una edición ampliada y decidí vender estos), total: 16 euros. Le vi de espaldas, tendría unos sesenta y pico; nada más presentarnos me tendió inmediatamente el dinero sin abrir siquiera el paquete con los libros y me ofreció sentarme con él invitándome a que me tomara un café, pero yo rechacé amablemente la invitación. Encima de la mesa tenía un café, un vaso de agua y otro libro. Aunque lo intenté, no pude ver cuál era. Cruzamos unas frases sobre los tomos que le llevaba y sobre literatura en general y le dije que ese dinero era para otros libros, así como en un bucle, que "los que teníamos ese vicio…", "virtud, virtud" me corrigió rápido. Me dio la mano, me dijo que me quedara con su teléfono (me lo había dejado ayer en el mensaje y su nombre) por si encontraba el tercer tomo que le faltaba... Rebosaba educación y cultura, y unos modales exquisitos que se reflejaban hasta en el nudo de su corbata.
En cuanto me fui, me arrepentí de haber rechazado ese café, supongo que porque no hay cosa que más me atraiga de una persona, precisamente, que eso, la educación, la cultura y esos modales exquisitos,  que siempre suelen ser antesala de una conversación interesante.



AVISO IMPORTANTE

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