Hace
una temporada andaba yo "preocupada" (ojo a las comillas porque yo
las preocupaciones hace años que trato de priorizarlas muy mucho) porque no
escribía. Ya sabéis los que andáis por aquí que he escrito algún que otro poema
y también algún microrrelato. Pues eso, era como si de repente la inspiración,
las musas, o qué sé yo qué se hubieran ido. Seguramente a los que tenéis la
afición o la necesidad de juntar letras no os suene esto desconocido, pero no
sé, era como si ya no tuviera nada que decir (y tampoco es que hubiera yo dicho
mucho, o que lo que hubiera dicho lo hubiese dicho ni siquiera bien... vaya
trabalenguas que estoy formando aquí a lo tonto). Es más: tengo poemas para un
nuevo libro y no siento ahora mismo la necesidad imperiosa de seleccionarlos en
condiciones y poner de nuevo en marcha el engranaje de la publicación. Tampoco
tengo como excusa la falta de tiempo (nunca la tuve, en realidad) ni nada parecido.
Simplemente creo, y digo sólo creo porque como decía Tom Hanks en
"Náufrago": "Quién sabe qué traerá mañana la marea", pues
que si antes me "preocupaba" (y vuelvo a entrecomillar) si mis poemas
eran buenos o malos, y quizás eso me impedía soltarme y volver a escribir con
fluidez (no digo bien ni mal, digo sólo con fluidez) ahora eso es algo que ha
pasado al último lugar en mi lista de prioridades y "preocupaciones"
(insito en el entrecomillado). Siempre he sentido cierta sensación de intrusismo
en esto de la escritura y más aún en la Poesía (a la que tanto respeto) así que
supongo que lo mejor será que me deje llevar por los días venideros sin que
todo esto cause en mí malestar mayor.
Este
confinamiento (del cual llevamos sólo la cuarta parte, si es que el total fuera
de 4 semanas) me está haciendo experimentar cosas bastante más importantes que
el escribir un poema malo o regular que quedará perdido en el olvido en apenas
días. Siento preguntas (las siento, no sólo me las pregunto, sino que las
siento) como que cuánto tiempo perdemos en cultivar la superficie y qué poco el
interior. Cuánto en hablar y qué poco en escuchar. Cuánto en querer tener razón
y qué poco, en realidad, en razonar. Cuánto tiempo dando consejos y qué poco
aplicándonos a nosotros mismos tan sólo uno de ellos. Cuánto tiempo en
"vendernos" como quisiéramos ser y qué poco en depurarnos para
conseguir ser realmente como creemos que somos, cuánto en hacer ruido y qué
poco en construir silencio...
No
sé, está todo esto un poco desbalagado, es cierto, pero hoy la marea ha traído
estos pensamientos, estas líneas que ni siquiera son respuestas a nada,
seguramente sean sólo nuevas preguntas, olas de una marea que viene y va.
Y,
en todo caso además, quién sabe qué traerá mañana, nuevamente, la marea.
(La
foto podría ser de un mar cualquiera, pero es de mi Cantábrico,un día en la
playa La Espasa, Asturias, en agosto de 2018).
Esta cuarentena nos hace enfrentarnos a nosotros mismos.
ResponderEliminarBesos y cuidate.
Cierto, y pienso que está bien que así sea Alfred.
EliminarAbrazo!!!