Verba volant, scripta manent.

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El impostor. Javier Cercas


El impostor_Javier Cercas


Apasionante la vida de Enric Marco. Seguramente recordaréis el caso que salió en prensa: Enric, nonagenario barcelonés (creo que hoy en día tiene 99 años) se hizo pasar por superviviente de los campos nazis y fue desenmascarado en mayo de 2005. Llegó a pronunciar centenares de conferencias, conceder entrevistas y recibir distinciones. También llegó a presidir durante tres años la asociación española de los supervivientes del III Reich.

Javier Cercas nos cuenta su historia. La historia de una mentira que, como dice el propio cercas, para que sea creíble tiene que estar basada o enmarañada con verdades o verdades a medias.

Me ha resultado apasionante esta historia. Muy entretenida en su lectura; si bien es cierto que quizás se extiende más de la cuenta el autor en exponer sus dudas a cerca de si escribir o no el libro (alterna los capítulos entre la historia de Enric Marco y su propio periplo de entrevistas, indagaciones y dudas sobre el protagonista) me parece un libro muy interesante no sólo por la historia de esta impostura sino por cómo el protagonista se las arregla para llegar a hacer de ella su vida real.

Es lo primero que me leo de Cercas, así que no puedo comparar con otras obras suyas. A mí ésta me ha gustado mucho.




No te quites la costra que te quedará marca. Dominique Vernay



Vuelvo al excelente libro de microrrelatos de Dominique Vernay y me encuentro en el último de ellos un "grumo" que bien pudiera estar escrito hoy mismo a pesar de que el libro ya lleva unos años publicado.

En sus microrrelatos, D.V. disecciona muy bien al ser humano, y aunque lo suele hacer desde el humor (no es, precisamente, el caso de éste que muestro), todos ellos resultan mordaces y con un punto agridulce que hace que la sonrisa banal se transforme en un lúcido toque de atención.

Un libro, en mi opinión, más que recomendable. Lo he disfrutado mucho a pequeñas dosis.

"No te quites la costra que te quedará marca" de Dominique Vernay. 2013.







Tus pasos en la escalera. Antonio Muñoz Molina


Cada vez me gustan más los libros que hablan del ser humano: de su naturaleza, de su condición, de cómo se comporta...  ya sea en primera persona - como es el caso de éste- o en cualquier otra. Cada vez me interesa menos la historia que cuentan y mucho más el cómo lo cuentan. Cada vez menos el final y más el desarrollo. Y todo esto que me interesa se da en "Tus pasos en la escalera" de Antonio Muñoz Molina, que empecé a leer por casualidad (estaba en novedades en la biblioteca de mi barrio y lo saqué) justo al comienzo de este confinamiento.  Y el caso es que esta novela tiene bastante que ver -supongo, claro, que sin pretenderlo el autor que qué iba a saber él de estas circunstancias cuando lo estaba escribiendo- con esta situación que estamos padeciendo: una especie de "fin del mundo" (esperemos que no llegue a tanto aunque yo sí espero que sea el fin, en muchos aspectos, del mundo que estábamos creando hasta ahora) que nos hace estar en casa. Muchos de nosotros, este confinamiento, los hacemos en soledad y enfrentándonos a nosotros mismos (lo cual, creo, que es algo bueno dentro de todo esto malo).
El "fin del mundo" al que se refiere el autor no es un fin inmediato de esos que vemos en las películas sino que se refiere más bien a ese deterioro a todos los niveles que podemos apreciar sólo con ver un telediario.
El protagonista espera, "casi confinado" en la casa de Lisboa a la que se ha mudado,  la llegada de su esposa desde Nueva York que no sabe qué día va a ocurrir. Mientras pasan los días y espera, cuenta cosas; cuenta cosas de sí mismo, de su vida en pareja, de las situaciones a las que se enfrenta en esa nueva ciudad donde no conoce a nadie. Por única compañía: Luria, su perra, y a sí mismo y sus pensamientos.
Me encantan los libros que me hacen reflexionar y que cuentan cosas (por supuesto bien contadas) y me da un poco igual lo que cuenten con tal de que me interese y de que me atrape la forma de contarlo.
"Tus pasos en la escalera" es la última novela de Antonio Muñoz Molina, autor del que me ha gustado todo lo que he leído, y es una novela "inquietante", psicológica, introspectiva...
Me ha gustado mucho y quizás, estas circunstancias tan especiales por las que estamos pasando le han dado el escenario perfecto para que conectase más aún con ella.

Así empieza:

"Me he instalado en esta ciudad para esperar en ella el fin del mundo. Las condiciones son inmejorables. El apartamento está en una calle silenciosa. Por el balcón se ve a lo lejos el río. El río se ve también desde la pequeña terraza de la cocina, que da a jardines y a balcones traseros de la calle contigua, a miradores con barandas de hierro en las que hay ropa tendida, ondeando en la brisa. al fondo de la calle, más allá del río, está el horizonte de colinas de la otra orilla y el Cristo con los brazos abiertos como a punto de levantar el vuelo."




Rasgar algo de vida. Diarios (2014-2016). Jesús Artacho

Rasgar algo de vida. Jesús Artacho


A Jesús Artacho, lector voraz, le sigo la pista ya hace unos años en su blog El Cuaderno Rojo. Allí comenta lecturas, películas, comparte poemas, y demás miscelánea. Es autor,  hasta ahora, de tres libros: “El rayo que nos parta” (2013) un libro de relatos breves, “Aproximación a la herida” (Baile del sol, 2016) libro de poemas, y “Rasgar algo de vida. Diarios (2014-2016)” que vio la luz en junio del año pasado. Y es precisamente este último sobre el que quiero comentar.

 “Rasgar algo de vida”, casi como su propio título indica es un libro que a base de “arañazos” (por seguir con el símil de la rasgadura, esto es, de entradas de cortas a cortísimas como suelen ser en este género), recrea (y cito textualmente la contraportada pues creo que resume perfectamente la esencia del libro) “un segmento de vida en sus múltiples manifestaciones, a través de un conglomerado de naturaleza híbrida que abarcan el aforismo, la prosa poética, la anécdota, el relato autobiográfico… Literatura en torno al yo [...]. Textos jalonados por referencias literarias y culturales, incursiones en el humor e inexcusable interés en el lenguaje.” Y es que, efectivamente, lo que primero se advierte en el libro es ese interés diría que, en ocasiones, un tanto exacerbado por el lenguaje que me hizo, varias veces, consultar el diccionario lo que, lejos de molestarme, me agradó y me motivó. Pero no sólo se nota dicho interés por el léxico sino también por el estilo, un estilo culto y cuidado hasta el detalle. Este “Rasgar algo de vida” de Jesús Artacho desprende verdad y observación, una mirada sincera que no sólo se fija en la vida que pasa por fuera, sino que también escudriña el centro de su persona dejando ver en varias entradas del libro una desnudez autocrítica con la que cuestiona, quizás a veces con demasiada severidad, no sólo su yo literario sino también su yo como persona humana: “Mis manos. Pequeñas, ridículas, delatoras, revelan que contravengo el mandato divino, al no ganarme el pan con sudor, con esfuerzo físico. Así tomadas, por sí solas, casi requieren una explicación vergonzosa. Inútiles, incapaces para lo práctico, pueden llegar a atufar a desidia de mal vástago. Y es que, a diferencia de las de mis ascendentes, no se muestran curtidas por el trabajo. Subrayan que, hasta la fecha, sigo otro camino. A veces puede uno llegar a mirarlas con una punzada de culpabilidad”.

En “Rasgar algo de vida” nos encontramos retazos de la vida en Cuevas Bajas (municipio del interior de la provincia de Málaga, rayando casi con Córdoba, de unos 1.400 habitantes), de lo que pasa en el pueblo, y de la vida de algunos de sus habitantes que J. A. encuentra peculiares.Interesantísimas las anécdotas que relata sobre algunos de sus vecinos así como las suyas propias en su relación con padres y hermana. Su día a día en su trabajo como bibliotecario también le ofrece a J.A. material para la reflexión y argumento para unas cuantas entradas.
 Y en ese transcurrir lento, propio de las zonas rurales, va aconteciendo la vida del autor que, con la habilidad de un buen escritor, hace que todo eso que nos refiere nos llegue a interesar hasta el punto de engancharnos.

Aunque el libro está salpicado por  referencias literarias y culturales, he echado de menos, eso sí, alguna referencia más a las lecturas del autor (las hay pero me hubiera gustado que hubiera más aún), algún comentario de lo que había ido leyendo o más cosas que le hubieran llamado la atención en el momento de la escritura de este dietario. Es cierto también que el humor está presente; un sentido del humor inteligente y mordaz con el que el Jesús Artacho examina y se examina en el mundo. Por poner un ejemplo no muy extenso: “Existe gente, y no poca, a la que la Sorbona no le suena a universidad parisina, más bien a nombre chusco de actriz porno o mote de prostituta. Conviene recordarlo de cuando en cuando”.

Me ha gustado muchísimo este libro y  creo que no defraudará al lector de dietarios o diarios, o simplemente a quien busque una lectura diferente y entretenida sin dejar de lado la calidad.

Dice el propio Jesús Artacho en la contraportada que será “con probabilidad la primera entrega de una serie en construcción”; y yo espero, de verdad, que así sea.




Las aventuras de Martín. José Luis García Martín

José Luis García Martín  (Editorial Impronta, 2019)


NOTAS DE LECTURA.

Antoine De Saint-Exupéry dedica “El Principito” a su mejor amigo, León Werth  cuando era niño, porque como dice “todos los adultos han sido niños antes”.  He tenido la sensación de que algo así se propone el autor en este singular libro. No en vano, lo titula “Las aventuras de Martín” y lo subtitula “Contadas por él mismo y transcritas con total fidelidad por José Luis García Martín” y así, dando voz a su ahijado Martín -un niño de casi tres años- (bien se ocupa el personaje de dejarlo claro en distintas ocasiones “dentro de dos meses cumpliré tres años y dejaré la guardería”), superhéroe protagonista del libro, hace que durante la lectura volvamos a ser ese niño pícaro- en su primera acepción- que aún llevamos dentro.

Martín, le cuenta a su padrino mil y una aventuras que le ocurren día a día sin que  sus padres se den cuenta (que para eso es un superhéroe) paliando así el atroz aburrimiento que, parece ser porque así insiste en ello en cada capítulo, sufre a diario el autor.

Me he divertido mucho con “Las aventuras de Martin”, sobre todo a medida que iba transcurriendo el libro. Me da la sensación de que J.L.G.M.  le fue cogiendo el gusto a ir escribiéndolas (perdón, transcribiéndolas ) (las dos o tres primeras son más sencillas que el resto que van ganando en complejidad argumental y dialogística) y también a ponerse en la mente de un niño sin dejar de ser adulto (parece difícil ¿no?, yo creo que lo es mucho) y a ser, a la vez, su ahijado Martín sin dejar de ser él mismo, con ese particular sentido del humor inteligente y mordaz que le caracteriza.

 “— Te nombro ministro de cultura.
—¿Ministro de Cultura? ¿Qué te crees que soy? ¿un jarrón chino?”

Pasan por este libro desde tortugas voladoras, piratas, un gato paraguayo que le embarca a recuperar una esmeralda del emperador Atahualpa, el mismísimo monstruo del lago Ness ¡hasta un Tiranosaurio Rex que quiere destruir el mundo! pero lo más increíble -que no imposible porque para eso estamos leyendo un libro de aventuras de un superhéroe (aunque el superhéroe tenga apenas 3 años)-  es que, junto a estos fantásticos personajes se codean otros, tan actuales y dispares, como la reina de Inglaterra -que pone en jaque al mismísimo Sherlock Homes- o Donald Trump, etc, así como algún que otro poeta de distintas épocas y lugares.

Me ha sacado una sonrisa muchas veces por la perspicacia de sus diálogos, por su ironía y por esa capacidad extraordinaria para mezclar el imaginario común, de héroes y personajes, con la particular imaginación del autor.

Aunque he escuchado a J.L.G.M. que para este libro no ha querido, expresamente, ilustraciones, creo que, (y aquí dejo la propuesta al autor por ser un formato distinto), “Las aventuras de Martín” funcionaría perfectamente como un cómic. Se me viene a la mente Tintín o nuestro querido Pinín -asturiano de pro- (no en vano los títulos difieren en apenas 3 letras, Tintín, Pinín, Martín… ¿casualidad?) por la agilidad de sus diálogos, y escenarios tan diversos y cambiantes que, seguro, harían las delicias de un buen dibujante. Aprovecho para destacar ahora la ilustración de la cubierta del libro: el pequeño (sólo en edad y en estatura) Martín corriendo por una especie de laberinto; en una esquina, un gato (¿será Zasca, el personaje que sale en el libro? ¿será el de la caja de Schrödinger (en referencia a los superpoderes de Martín?), un globo (no se me ocurre medio de transporte más acorde a una aventura clásica), una luna (la noche y esas horas de sueño en las que los papás no saben que sus hijos se convierten en superhéroes) y un árbol que bien podría ser asimismo una pluma de escritor “a la antigua”. Me gusta mucho por la sencillez y, a la vez, complejidad. Característica ésta también del libro.

¿Es, entonces, “Las aventuras de Martín” un libro para niños? ¿es un libro para adultos? ¿para el niño que fueron esos adultos? ¿para el que niño que siguen siendo?... Como no me gusta meterme en jardines de los que seguramente no sé salir, eludo la respuesta y cambio la pregunta por: “¿Es un pájaro? ¿es un avión?... ¡es Martín!” mientras espero a la próxima entrega de sus aventuras que, deseo siga habiendo pues, como podemos constatar todos los días en los telediarios, el mundo anda muy escaso de superhéroes y, aunque parezca que no, habelos hailos.





El oficio de vivir. Cesare Pavese

El oficio de vivir. Cesare Pavese


"Que alguna de mis últimas poesías sea convincente no le resta importancia al hecho de que las compongo con cada vez mayor indiferencia y repugnacia."

"Comienza la Poesía cuando un majadero dice del mar «parece aceite».

"En el fondo el poetizar es una herida siempre abierta donde se desahoga la buena salud del cuerpo".

"La mayor culpa del suicida no es matarse, sino pensarlo y no hacerlo".

"La recompensa por haber sufrido tanto es que después nos morimos como perros".

"La única alegría del mundo es comenzar. Es bello vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta este sentimiento - prisión, enfermedad, costumbre, estupidez-, querríamos morirnos."

"No deberías tomar nunca en serio las cosas que no dependen de ti solo. Como el amor, la amistad y la gloria".

"Mi felicidad sería perfecta si no fuese por la fugitiva angustia de adivinar su secreto para encontrarla mañana y siempre. Pero quizá me confundo: mi felicidad está en esta angustia. Y una vez más recupero la esperanza de que quizá mañana bastará con el recuerdo".

"Hay algo más triste que envejecer, y es continuar siendo un niño".

"Amar a otra persona es como decir: de ahora en adelante esta otra persona pensará en mi felicidad más que en la suya. ¿Hay algo más imprudente?".

"Él lo hace todo fuera, a la luz del sol, pero en la mujer hay que penetrar, hurgar, y todo sucede en las vísceras, en los raigones de la carne".

"Nunca le falta a nadie una buena razón para matarse".

"Hacerse amar por piedad, cuando el amor nace sólo de la admiración, es una idea muy digna de piedad".

"Tan estúpido que para encontrarle un fin a su vida ha tenido que hacer un hijo".

"Los hombres que tienen una tempestuosa vida interior y no tratan de desahogarse con los razonamientos o con la escritura, son sencillamente hombres que no tienen una tempestuosa vida interior".

"El arte de estar solo".

"Todo lujo hay que pagárselo. Todo es un lujo, empezando por el estar en el mundo".

"No es verdad que la muerte nos llegue como una experiencia en la que todos somos inexpertos (Montaigne). Todos, antes de nacer, estábamos muertos".

"Tener éxito en algo, en lo que sea, es ambición, sórdida ambición. Es lógico por  consiguiente recurrir a los más sórdidos medios".

"La fantasía humana es inmensamente más pobre que la realidad".

"Se perdona a los otros cuando nos conviene".

"No bastan las desgracias para hacer de un tonto un persona inteligente".

"No se puede conocer el propio estilo, y usarlo. Se usa siempre un estilo preexistente, pero de una manera instintiva que plasma otro actual. El estilo presente se conoce sólo cuando es pasado y definitivo y se vuelve a recorrerlo interpretándolo, es decir, aclarándose cómo está hecho.
Lo que estamos escribiendo es siempre ciego. [...] Escribir es consumar los malos estilos poniéndolos en práctica. Volver sobre lo ya escrito para corregir es peligroso: se yuxtapondrían cosas diferentes."

"La literatura es una defensa contra las ofensas de la vida".

"Al leer no buscamos ideas nuevas, sino pensamientos ya pensados por nosotros que adquieren en la página un sello de confirmación".

"La juventud no tiene genio y no es fecunda".

"Madurez es aislamiento que se basta a sí mismo".

"El arte de vivir es el arte de tomar una actitud tal que no tengamos necesidad de invitar a las cosas ni a las personas, sino que unas y otras vengan a nosotros. Para conseguir esto no basta con despreciarlas, sino que también hay que despreciarlas".

"Sufrir, lo mismo que gozar, es ceder a la pasión".

"La mayor de las desventuras es la soledad".

"Los solteros se toman el matrimonio más en serio que los casados".

"Quien no hace hijos para no mantenerlos mantendrá a los de otros".

"La guerra barbariza porque, para combatirla, hay que endurecerse respecto a todo sentimiento y afección a valores delicados, hay que vivir como si esos valores no existiesen y, una vez acabada, se ha perdido toda elasticidad para volver a estos valores".

"La vida no es búsqueda de experiencia sino de sí mismo. Una vez descubierto el propio estrato fundamental nos damos cuenta de que encaja con el propio destino y se encuentra la paz".

"la vida práctica se desarrolla en el presente, la contemplativa en el pasado. Acción y memoria".

"El amor tiene la virtud de desnudar, no a los dos amantes uno enfrente del otro, sino a cada uno de los dos antes sí mismo".

"¡La fuerza de la indiferencia! es la que ha permitido a las piedras durar inmutables durante millones de años".

"Sólo se tiene piedad de las personas que no la tienen de sí mismas".

"Hay sólo un placer, el de estar vivos, y todo lo demás es miseria".





Campo de retamas. Rafael Sánchez Ferlosio

CAMPO DE RETAMAS de Rafael Sánchez Ferlosio


Algunos pecios...




"Los días felices los pone allí el recuerdo. Por eso son tan tristes".


"Menos mal que Darwin no podía ni remotamente imaginar que el segundo centenario de su nacimiento llegaría a coincidir con el cincuentenario del de uno de los más abyectos y repugnantes engendros de la regresión humana: la muñeca Barbie".


"Parece ser que hasta las más altas lenguas, como el propio castellano, se ven idenfensas frente a la tentación de dejarse caer en las inertes y recurrentes familiaridades del habla cotidiana, que ensalivan, chuperretean y envilecen cosa que nombren. Por ejemplo, ningún zoólogo podría dejar de mostrarse profundamente indignado y ofendido si en medio de una conversación sobre el ratón oyes de pronto a algún profano con el infecto y miserable comodín de «el simpático roedor».


"Cuando los ecologistas anunciaron por la prensa que sólo quedaba ya un último lince vivo todos los cazadores del país se dispersaron por esos montes escopeta en mano a ver quién se llevaba aquel trofeo de valor incalculable".


"El mitin electoral reaviva mis prejuicios contra la democracia de partidos. Todos ven la abyección de los oradores, pero nadie la del público. Si éste en los toros es el Respetable tan sólo porque puede aplaudir o pitar y abuchear, se vuelve el Despreciable allí donde no caben más que los aplausos y las aclamaciones. Si a una frase del orador alguien dijese «¡No, eso no!», sería acallado o tal vez hasta expulsado como intruso. El supuesto forzoso de la unanimidad incondicional convierte todo mitin en una práctica fascista: el local se transfigura en una Piazza Venezia, donde cualquier partido es «partido único». [...] "


"La idea de la muerte halló a menudo el favor de los filósofos, tal vez por parecerles un asunto apropiado para colmar su afán de ser trascendentales; los poetas, por su parte, la frecuentan como un comodín siempre a mano - como esos restos tan socorridos para la noche en que no hay nada que cenar- para servir de espejo en que cebar su nunca satisfecho narcisismo; a los hombres comunes y sencillos lo único que les preocupa de la muerte es no perder la compostura".


"(«Siempre mañana...») Si pasara ya el futuro de una vez, empezaríamos a tener tiempo de hacer algunas cosas".


"(Con permiso de Ockham) Como lo que ha pasado no puede dejar de haber pasado, la impresión que suscita, la de lo  irreparable, tiende a arrimarse a la idea de «lo necesario», de modo que el sentimiento de que el ayer es irreparable se expone a contaminarse con el de que es necesario; en ese instante ya está puestos los dos términos para el fatídico salto de proyectar « es necesario» en un « era necesario»; entonces se abre de  golpe la escotilla de los dos grandes demonios: el del destino y el de la providencia".


"Grafomanía. En el silencio de mi noche ardiente, las letras, locas, gesticulan voces".


"Cuando la acción se ha vuelto inercia y mentira, ya sólo la omisión es resistencia, deliberación y libertad". 


"(Orígenes) Guardaos de las verdades; no hay mala fe en sus rostros sonrientes, pero se han olvidado de que deben su reino, su cetro y su corona a una antigua victoria de la fuerza".


"El presente se pone en manos del futuro lo mismo que una viuda ignorante y confiada se pone en manos de un astuto y deshonesto agente de seguros".


"Tanto o más que de la alabanza, Dios es una creación de la blasfemia".




Prospect Park. Hilario Barrero

Prospect Park. Hilario Barrero


NOTAS DE LECTURA

Dice Hilario Barrero (Toledo, 1946) que “Escribir un diario es formular la existencia humana en términos literarios porque la vida es el cuento de nunca acabar.” y creo que, ciertamente, nos percatamos mejor de ello cuando, al leer un diario que abarca dos años completos, vemos cómo los días se repiten en fechas y cómo, aunque cambie lo que hacemos, el fondo último de nuestra existencia es el mismo.

Creo asimismo que he elegido bien el tiempo en el que leer a H.B; aunque tenía ya el libro desde mayo -y la suerte, también, de que me lo hubiera podido dedicar cuando vino a Oviedo en ese mismo mes-, no me había decidido, por fin a leerlo, hasta ahora, en octubre, y digo que hice bien porque el paisaje otoñal que me acompañó durante su lectura está muy acorde con el tono que destilan las letras que resumen estos dos años que abarca el libro (2014 y 2015). Paisaje otoñal aquí afuera y paisaje otoñal y crepuscular también en todo el libro, ya sea noviembre o mayo, porque H.B. dedica buena parte de su tiempo a despojarse, como las hojas de un árbol en esta época, de todo eso que ha ido acumulando durante su vida: “Así es la vida, almacenar papeles, elogios, dinero, diplomas para ir deshaciéndose de ellos en estos días largos de invierno en los que no puedes salir a la vida por miedo a que se te congele el corazón”. Y, me temo que ese miedo a congelársele el corazón no lo siente sólo físico por las bajas temperaturas que se dan en Brooklyn -donde vive- en esas fechas, sino también por el frío de la vida misma cuando entra uno (o una) en esos años en los que se mira mucho más hacia el pasado que hacia el futuro.
Y es la mirada del autor, una mirada intimista, melancólica (quizás a veces demasiado pues no considero tan mayor a HB) pero encontrando a la vez (y esto me ha también reconfortado al ir leyendo) el punto justo de optimismo para seguir adelante. Una mirada, también, de descubrimiento- para todos aquellos, como es mi caso, que no conocemos (o que no conocemos aún) Nueva York- y de asombro ante las estampas cotidianas de gentes, quehaceres y deleites que va experimentando en su paseo por la vida.

Personalmente, como asturiana que soy, me ha gustado también leer sus apuntes sobre Gijón. Ha sido como poder vernos desde fuera, como poder en cierta manera “espiarnos” a nosotros mismos a través del agujero de una cerradura, qué típico esto por ejemplo: “Julio se va (refiriéndose al mes) y el verano no ha llegado todavía a Gijón”. Me ha hecho gracia. 


Está muy presente la muerte en “Prospect Park”. Muerte de familiares, muerte de amigos, muerte de poetas y escritores referentes para el autor y, muerte también de un tiempo de juventud en el que la ilusión y el amor eran mucho más primaverales que los tiempos de nieve que nos presenta ahora H.B. Esa nieve que cubre buena parte de las páginas de este diario, es blanca como el pelo blanco, como la vejez que el propio autor siente cercana, como la derrota interna que parece que viva a partir de su jubilación como profesor en la Universidad. Emotivos son los pasajes de despedida, no tanto externa como interna al tener que asumir una nueva etapa en la que los jóvenes a los que da clase no van a estar presentes en su nuevo día a día.

“Prospect  Park” es un ejercicio de intimismo. Casi todas las entradas van dirigidas a un “yo” (supongo intrínseco al propio género diarístico, evidentemente) en una introspección reflexiva con la que yo misma, por mi forma de sentir, me siento muy identificada. El resto de entradas se suelen dirigir a un “tú” de la persona amada, siempre como apoyo y pilar en la vida de H.B. Y es que es éste un libro de amor, de amor a la vida, amor a sus seres queridos, amor a sus amigos y amor a la persona con la que comparte su día a día desde hace tanto.

Y hay, también, soledad en “Prospect Park” sí, pero es esa soledad que nos invade cuando al dar un paseo por un parque vemos la vida que bulle a nuestro alrededor y que, a veces y sin saber muy bien por qué, sólo alcanza a rozarnos levemente.
Me quedo con este párrafo del libro que hago mío: “Tú y yo, solos en el parque, con la nieve y el peso de la vida sobre nuestros hombros. Hundiendo nuestras pisadas por caminos inseguros, tenemos la duda helada de si esta ha sido la primera vez que nos hemos enfrentado con una luz nueva o si esta será la última vez que nos perdamos para siempre en el parque”.

Como le escribí al propio Hilario Barrero al acabar su lectura, ahora mientras espero la publicación de su próximo diario, tendré que leerle “hacia atrás” pues este “Prospect Park” es el primer diario que leo suyo.

Dice H.B. que “la soledad es un sol envejecido” y yo, que soy más de cielos nublados que de cielos radiantes, agradezco esos rayos suaves que no queman pero sí acarician.

La escapada. Gonzalo Hidalgo Bayal

La escapada. Gonzalo Hidalgo Bayal


NOTAS DE LECTURA

Libro, en mi opinión exquisito, es el tema, de esta novela, un viaje nostálgico por la juventud perdida de dos amigos que se encuentran en el puesto de libros del pasadizo de San Ginés, en la madrileña calle Arenal.  Cuenta el narrador de la novela en la primera página (personaje que se quedará ya en mi particular universo de personajes literarios)  que, se detiene en el pasadizo de San Ginés sin más motivo que la nostalgia literaria- que no deja de ser una forma dulce de añoranza del pasado y del tiempo perdido y aclara-  “ todo el tiempo pasado, como se sabe, es también tiempo perdido, doblemente perdido: porque no lo aprovechamos, porque no ha de volver. Quien sea o haya sido lector voraz rara vez pasa por delante de un puesto de libros sin detenerse”.

En una entrevista que leí hace poco en El Cultural* refiriéndose a la prosa de Hidalgo Bayal, se decían cosas como “extremadamente culta, pulida y cadenciosa, como de otra época” y también que  su única meta al escribir, es precisamente eso, escribir, y hacerlo sin mirar el reloj o el calendario.  No puedo estar más de acuerdo en todas estas apreciaciones. La falta de prisa es algo que transmite la novela, tanto el estilo como la trama, y se nota también ese regocijo personal en la tarea de  ESCRIBIR (con mayúsculas), para que quien lo lea no sólo disfrute de una historia sino de las propias palabras y construcciones en el uso del lenguaje.

Dice también G.H.B. en esa misma entrevista que “aspiro a una prosa de cierta intensidad poética y esa cualidad se aprende más en los libros que en el habla. No me atrae la prosa literaria meramente informativa, tampoco la coloquial.” y también que “hasta que no considero aceptable el sonido de la prosa, el ritmo, la sintaxis, no me parece que el texto esté acabado.” Basta con leer esta novela, que es la última hasta ahora del autor, para saber que todo eso que dice es cierto.
Poco más que añadir a las propias palabras del autor, solamente, eso sí, recomendar con empeño su lectura. No he estudiado Filología pero, por lo visto, hay varios guiños en la novela a esta disciplina que reconocerán, seguramente, los que sí lo hayan hecho.

Gonzalo Hidalgo Bayal, nació en Cáceres en 1950 y dice que Faulker le hizo pasar de los endecasílabos a la prosa. Bendito Faulkner.




Libro de los silencios. Francisco Silvera.

Libro de los silencios. Francisco Silvera.

NOTAS DE LECTURA

Al igual que hay personas a las que nos gusta escuchar porque nos transmiten tranquilidad, o paisajes que con sólo mirarlos nos devuelven a la calma, o música que nos relaja… igual que escuchar el correr del agua de un riachuelo nos invita a la meditación y al sosiego, así es la lectura de la excelente prosa de “Libro de los silencios” del onubense Francisco Silvera (Huelva, 1969) y Premio Andalucía de la Crítica 2019.

Un narrador omnisciente nos acerca al personaje principal del libro, Lorenzo - persona de pocas palabras pero pensamientos profundos en su sencillez-  que vive la etapa final de su vida consciente e intensamente a través de la observación cotidiana y sosegada de la vida en su pueblo. Alejado de la ciudad, de sus prisas y de la vida moderna - que no entiende- Lorenzo, experimenta  en el silencio el sonido de su propia existencia a través de los sonidos del campo y de las rutinas de alguien que lo ha vivido ya todo.
Este “Libro de los silencios” es un libro bello, un festín del lenguaje, del uso de la palabra exacta, del léxico de la naturaleza, del paso de las estaciones y de la observación tranquila y serena del presente. Un homenaje al campo y a la vida rural.
De capítulos muy cortos (apenas una hoja u hoja y media por cada uno) que son, casi, relatos que se sostienen por sí mismos (pero a la vez muy bien hilvanados articulando el conjunto de la obra) en cada uno de ellos se contiene una descripción, una anécdota, un instante… y conviene - o así lo hice yo- leer de forma lenta paleando el poso de cada capítulo.

Hacía tiempo que un libro no me parecía tan bello, que un personaje no me calaba tan hondo.  Todo un hallazgo.




“Y Lorenzo mira al cielo, en las nubes ve acumularse todo su pasado y su presente que fluye; en la altitud celeste del celaje septembrino ve a sus familia, a sus amigos y a toda su alegría. Después mira al chaval caminando esforzado, la cabeza pequeña y viva, la espalda grande como de mulo, renqueando en el trasiego de la vida que le queda por delante y que le ha de decepcionar”.




Saña. Margo Glantz

Saña. Margo Glantz

NOTAS DE LECTURA


Si los libros tuvieran dientes en lugar de hojas y pudieran morder, uno de ellos sería "Saña" de Margo Glantz (autora que no conocía hasta ahora). Cuando menos extraño, "Saña" es un libro inclasificable, raro, de esos que te dejan un inexplicable sabor de boca, y no recomendable para todos los públicos. Como nos cuenta en la contraportada, el tema de "Saña" es su título, una exploración en torno a ese sentimiento más allá del rencor, del odio, de la inquina...

El libro consta de pequeños artículos (prácticamente uno por página), apuntes o reflexiones que funcionan de forma autónoma aunque también sutilmente conectados al abordar -principalmente- historias sobre los pintores Bacon y Spencer, las andanzas de Rimbaud o el músico Scarlatti y temas tan crudos y crueles como el holocausto nazi, la intolerancia hacia lo monstruoso y lo incompleto en el Antiguo Testamento, la moda o los museos de Nueva York.

"Saña" tiene ese extraño poder sugestivo de atrapar la mirada morbosa del lector, como cuando vemos un accidente en la carretera y reducimos la velocidad al pasar al lado de la ambulancia.
Este libro es uno de esos que me ha encontrado a mí en una biblioteca.

Transcribo dos de sus artículos que me han llamado la atención:

CUENTO DE HADAS
Hubo una vez una ciudad polaca llamada Oswiecim, con su castillo, varias iglesias, el amplio mercado medieval y una sinagoga. Fundada en 1270 por los alemanes, vivieron allí hasta 1457. Varios siglos después la recuperaron y se convirtió en el centro simbólico de la Alemania Oriental, a partir de 1940.
Fue entonces, y a la vez, una ciudad modelo y un campo de concentración con sus barracas, sus cámaras de gas, su crematorio y amplios espacios para trabajos forzados. Hoy se la conoce solamente como Auschwitz-Birkenau, quizá tambien como Oswiecim, próspero pueblecito cercano al campo.

JERARQUIZAR
La suciedad podría definirse simplemente como algo que no está colocado en su lugar.



Recuerdos del futuro. Siri Hustvedt

Recuerdos del futuro. Siri Hustvedt

NOTAS DE LECTURA


La forma de narrar desde distintos espacios y tiempos (trae al presente actual el presente que fue en 1979, recogido en su diario) como si se tratara, a veces, de un puzzle, de ir construyendo la historia, interpretando recuerdos, la manera de relacionar personajes, de ir dejando pistas a lo largo de la trama o tramas que modelan “Recuerdos del futuro”, me ha gustado y me ha interesado mucho.
Me ha enganchado desde el principio por lo que tiene de thriller psicológico, de autoficción (podría decirse que el libro son unas memorias noveladas de la autora), por la cantidad de elementos metaliterarios, referencias a otros libros, obras de arte, por ese ensayo entreverado sobre feminismo, por sus alusiones filosóficas, etc, por el reflejo atrayente del ambiente intelectual de la Nueva York de finales de los 70 y sobre todo por la capacidad de ahondar en la propia memoria, real y ficticia.

Recomendaría abstención absoluta a lectores, "vocacionales y consagrados", de bestsellers playeros.




Un piano entre la nieve, de Isabel Marina


Un piano entre la nieve
Isabel Marina
Prólogo de Marcos Tramón
BajAmar Editores
Gijón, Asturias, 2018

La belleza de la añoranza

Es el segundo poemario de Isabel Marina un poemario hermoso y triste. Con esa belleza que desprende siempre la añoranza. Y quizás pueda, todo él, resumirse en el aserto de dos de sus versos: “todo lo vivido acaba para siempre, / y después sólo vuelve el recuerdo”.



“Un piano entre la nieve” es un conjunto de ochenta y dos poemas, en verso libre, bien articulados en cuatro partes: Origen, En el camino, Revelaciones y Resplandor. El piano – objeto estático, quieto, poco manejable-  es también instrumento que nos invita a viajar a través de las emociones que provoca su música. Isabel Marina nos propone precisamente ese viaje sensorial detenido, ya que nos lleva a un tiempo concreto del pasado: el de su infancia y su adolescencia (antepongo conscientemente el posesivo a estos sustantivos), pero también un viaje mudable que nos va desplazando en el tiempo a través de recuerdos y evocaciones, de momentos que destacan como si fueran piedras negras en contraste con la blancura de la nieve.

En su primera parte, Origen, Isabel M. hace un recorrido desde la infancia a la adolescencia. A través de todo el poemario los juguetes (generales y concretos) serán para la poeta las palabras en clave de los momentos felices, en los que suele aparecer además, la figura del padre, también añorado. Esos juguetes/momentos son deseados, escasos quizá y por eso precisamente tan valorados. No así la palabra infancia, que no es sinónimo, a mi entender, de felicidad sino más bien de un tiempo desvaído, un tiempo líquido que se escurrió entre los dedos sin haberse prodigado en momentos del todo venturosos. Se entreveran infancia y adolescencia y los juguetes son sustituidos por objetos, a veces determinados otras veces más genéricos, que Isabel Marina guarda en esa caja que es su memoria: “inocentes objetos que dejaste un día/sobre tu cama de adolescente”.

En el camino, es una transición introspectiva, una búsqueda interior en la que añora, además de momentos, a los seres queridos que ya no están. Si en Origen la mirada estaba detenida en las primeras etapas de la vida, en En el camino conviene, la poeta, en la necesidad de seguir hacia adelante- sin dejar de echar un vistazo por el retrovisor- consciente de todo lo que arrastra. Y es en esta parte del poemario donde, a su vez, el presente se convierte en espejo en el cual se mira para intentar conocerse o reconocerse: “Aún seguimos aquí/ navegando entre espigas que se mueven/ de cara al horizonte/ al son de la mañana/ aprendiendo a desvelarnos en el espejo/ mientras que la luz ilumina los espacios interiores que ignoramos […]”  Traen, los poemas, algo de esperanza en esta sección, sin abandonar el bello tono de tristeza.

En el tercer título, “Revelaciones”, la voz poética se posiciona en un presente esperanzador, por fin  algo de luz y ánimo renovado. “Nace la mañana en un clamor de luz” – dice en su primer poema-  Trata, asimismo, de enfrentarse a la realidad: “porque debemos/ vivir lo que nos resta/ porque aún nos quedan/ amaneceres nuevos/ realidades que esperan/ nuestro nacimiento interior”. Se perciben en sus versos menos inquietud, quizás cierto conforto en la contemplación sosegada: “Amo los paisajes desolados/ frente al mar del invierno”. Por otro lado, la palabra “muerte” va tomando, a su vez, protagonismo. Pero es una muerte que la poeta acepta rindiéndose  -ya en la tercera parte “Resplandor”- a su certeza desde la conformidad celebratoria de la vida en el recuerdo. La muerte/sus muertos se convierten en luz y apoyo para afrontar la vida y su presente. Toda la inquietud de la primera parte, se va calmando en un dejarse llevar, un mirar de frente a la muerte como esa mano que se tiende amiga a abrirle los ojos y a advertirle de la fugacidad de la vida. De ahí, por ejemplo, el poema Carpe Diem (uno de mis favoritos del libro) “Disfruta de esta noche con amigos, / de las conversaciones, de las risas, / […] la dicha de estar vivo sin preguntas”.


“Un piano entre la nieve” es un poemario lleno de lirismo y evocación. Doliente, bello y de profusa emotividad. Un poemario en el que Isabel Marina nos habla y se habla a sí misma, en el que se exorciza de la peor de las añoranzas: la de aquello que no llegó a ocurrir. Y se convence de que el pasado -con sus momentos hermosos y tristes- fue un camino necesario que la trajo/nos trajo hasta este presente digno, sin duda, de ser vivido.




(Esta reseña fue publicada originalmente en el número 17 de la Revista literaria "Anáfora"https://improntaeditorial.wordpress.com/anafora/, Julio 2019) 



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