Verba volant, scripta manent.

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Un piano entre la nieve, de Isabel Marina


Un piano entre la nieve
Isabel Marina
Prólogo de Marcos Tramón
BajAmar Editores
Gijón, Asturias, 2018

La belleza de la añoranza

Es el segundo poemario de Isabel Marina un poemario hermoso y triste. Con esa belleza que desprende siempre la añoranza. Y quizás pueda, todo él, resumirse en el aserto de dos de sus versos: “todo lo vivido acaba para siempre, / y después sólo vuelve el recuerdo”.



“Un piano entre la nieve” es un conjunto de ochenta y dos poemas, en verso libre, bien articulados en cuatro partes: Origen, En el camino, Revelaciones y Resplandor. El piano – objeto estático, quieto, poco manejable-  es también instrumento que nos invita a viajar a través de las emociones que provoca su música. Isabel Marina nos propone precisamente ese viaje sensorial detenido, ya que nos lleva a un tiempo concreto del pasado: el de su infancia y su adolescencia (antepongo conscientemente el posesivo a estos sustantivos), pero también un viaje mudable que nos va desplazando en el tiempo a través de recuerdos y evocaciones, de momentos que destacan como si fueran piedras negras en contraste con la blancura de la nieve.

En su primera parte, Origen, Isabel M. hace un recorrido desde la infancia a la adolescencia. A través de todo el poemario los juguetes (generales y concretos) serán para la poeta las palabras en clave de los momentos felices, en los que suele aparecer además, la figura del padre, también añorado. Esos juguetes/momentos son deseados, escasos quizá y por eso precisamente tan valorados. No así la palabra infancia, que no es sinónimo, a mi entender, de felicidad sino más bien de un tiempo desvaído, un tiempo líquido que se escurrió entre los dedos sin haberse prodigado en momentos del todo venturosos. Se entreveran infancia y adolescencia y los juguetes son sustituidos por objetos, a veces determinados otras veces más genéricos, que Isabel Marina guarda en esa caja que es su memoria: “inocentes objetos que dejaste un día/sobre tu cama de adolescente”.

En el camino, es una transición introspectiva, una búsqueda interior en la que añora, además de momentos, a los seres queridos que ya no están. Si en Origen la mirada estaba detenida en las primeras etapas de la vida, en En el camino conviene, la poeta, en la necesidad de seguir hacia adelante- sin dejar de echar un vistazo por el retrovisor- consciente de todo lo que arrastra. Y es en esta parte del poemario donde, a su vez, el presente se convierte en espejo en el cual se mira para intentar conocerse o reconocerse: “Aún seguimos aquí/ navegando entre espigas que se mueven/ de cara al horizonte/ al son de la mañana/ aprendiendo a desvelarnos en el espejo/ mientras que la luz ilumina los espacios interiores que ignoramos […]”  Traen, los poemas, algo de esperanza en esta sección, sin abandonar el bello tono de tristeza.

En el tercer título, “Revelaciones”, la voz poética se posiciona en un presente esperanzador, por fin  algo de luz y ánimo renovado. “Nace la mañana en un clamor de luz” – dice en su primer poema-  Trata, asimismo, de enfrentarse a la realidad: “porque debemos/ vivir lo que nos resta/ porque aún nos quedan/ amaneceres nuevos/ realidades que esperan/ nuestro nacimiento interior”. Se perciben en sus versos menos inquietud, quizás cierto conforto en la contemplación sosegada: “Amo los paisajes desolados/ frente al mar del invierno”. Por otro lado, la palabra “muerte” va tomando, a su vez, protagonismo. Pero es una muerte que la poeta acepta rindiéndose  -ya en la tercera parte “Resplandor”- a su certeza desde la conformidad celebratoria de la vida en el recuerdo. La muerte/sus muertos se convierten en luz y apoyo para afrontar la vida y su presente. Toda la inquietud de la primera parte, se va calmando en un dejarse llevar, un mirar de frente a la muerte como esa mano que se tiende amiga a abrirle los ojos y a advertirle de la fugacidad de la vida. De ahí, por ejemplo, el poema Carpe Diem (uno de mis favoritos del libro) “Disfruta de esta noche con amigos, / de las conversaciones, de las risas, / […] la dicha de estar vivo sin preguntas”.


“Un piano entre la nieve” es un poemario lleno de lirismo y evocación. Doliente, bello y de profusa emotividad. Un poemario en el que Isabel Marina nos habla y se habla a sí misma, en el que se exorciza de la peor de las añoranzas: la de aquello que no llegó a ocurrir. Y se convence de que el pasado -con sus momentos hermosos y tristes- fue un camino necesario que la trajo/nos trajo hasta este presente digno, sin duda, de ser vivido.




(Esta reseña fue publicada originalmente en el número 17 de la Revista literaria "Anáfora"https://improntaeditorial.wordpress.com/anafora/, Julio 2019) 



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