Luego cruzó el pasillo, bajó
al sótano y mató al prisionero con rabia: había tenido que levantarse del
sillón, a cinco minutos del final, acuciado por los refunfuños de su mujer que acababa
de entrar por la puerta de casa.
El tema, en realidad, no corría tanta prisa;
no se escaparía, estaba bien agarrado y ya no se oían chillidos, seguramente
estaría ya muerto así que decidió que el asunto podía esperar un poco más, al
fin y al cabo estaba solo y después del descanso su equipo estaba remontando.
Justo al sentarse a cenar, mientras veía el partido de la final, escuchó el
¡zas! de la ratonera.
-Pulgacroft-
(Microrrelato
presentado a la VII Edición de RelatosenCadena de La Ser. Máximo 100 palabras. La frase de comienzo
era "Luego cruzó el pasillo, bajó al sótano y mató al prisionero")