© EUGENIO RECUENCO |
ORISTILA me amaba con rabia.Sus caricias
me dejaban unas marcas en la piel parecidas a los arañazos de un gato. Sus
besos resecaban mis labios como si fueran el desierto de Atacama y de sus ojos
pendían casi siempre unos hilos de ansiedad que le afeaban la mirada.
Oristila
me amaba con toda su rabia. Ella creía que aquello era el único amor verdadero,
que era yo quien no entendía la intensidad de su cariño. Hasta que le
enseñé las cicatrices de sus dardos de pasión.
La
herí de muerte, lo sé; una imagen vale más que mil palabras y ella no gastó
siquiera una en decir adiós.
Se
fue como quien va a dar un paseo.
Oristila
me amaba con rabia. Ahora me odia con indiferencia… y duele más. Mucho más.
La indiferencia es peor que perderse por Atacama, te reseca más.
ResponderEliminarUn saludo.
Así es, o así me parece porque estar, estar no estuve nunca en Atacama jaja...
EliminarBienvenido y gracias por tu comentario Alfred.