© Kevin Corrado |
MUNDOS PARA LELOS
El bosque mágico. Así lo llamaban, un bonito nombre que chocaba con lo extraño y amenazador de aquel paraje que quizás existía sólo en su imaginación.Los sonrientes incautos se prestaban voluntarios y se metían ellos mismos en la caja. Se les veía tan felices… El mago atravesaba sus cuerpos con una lámina de filo cortante y los separaba luego, en dos. Al abrirla de nuevo, se hallaba vacía y entonces el público aplaudía excitado. Había quien pensaba que el ruido de los aplausos atraía a las fieras que hacían el resto (siempre hay algún incrédulo) pero la verdad es que la vida es maravillosa si se cree en la magia.
© SandraSánchez
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