Su conciencia no podría soportarlo, todavía le quedaba un
atisbo de humanidad. Eran ya dos años de mentiras, de engaños, dos años de
malos tratos. Ella, por su parte, aguantaba como podía aquel infierno con la
débil esperanza de que él cambiara.
Aquella mañana, después de ajustarse la corbata tomó la decisión, no podía más,
la dejaría libre. Pero cuando llegó a su despacho y se acomodó en su silla recordó quién era. Su
conciencia tendría que esperar. Atendió la primera llamada: “Buenos días señor presidente…”
By Pulgacroft
(Microrrelato presentado a la VII Edición de Relatos en Cadena de La Ser. La frase de comienzo era "Su conciencia no podría soportarlo".)
Hola amiga. En ciertos cargos, se confunde responsabilidad con la sumision al poder, y es curioso como casi todas las conciencias pueden soportarlo. Gracias por tu apoyo ayer y un besazo.
ResponderEliminarHola amiga. En ciertos cargos, se confunde responsabilidad con la sumision al poder, y es curioso como casi todas las conciencias pueden soportarlo. Gracias por tu apoyo ayer y un besazo.
ResponderEliminarLaura, gracias a ti por pasarte por aquí. Así es, tal cual (desgraciadamente)...
ResponderEliminarEspero que tengas suerte para la siguiente fase!
;)
bueno, quizás las conciencias no necesiten comer pero lo empleados sí.
ResponderEliminarPara según qué cosas no importa quién eres... sino cómo eres. Y eso creo entender de tu relato, el que por cierto, aplaudo. Un saludo y suerte para el siguiente.
ResponderEliminarMuy bueno. A veces la conciencia debe subordinarse al cargo. Me gusta tu ironía y la forma de definir al personaje.
ResponderEliminarUn abrazo
Si tu conciencia no lo puede soportar es que es bien pequeña.
ResponderEliminar