Camino por la calle contando sílabas
(otros suman matrículas de coches)
y acompaña al tanteo el movimiento
de
mis dedos.
Intento que mis palabras encajen
en
esos versos,
que se amolden a sus huecos, que sean
fichas de ese puzle que, poco a poco,
voy
construyendo.
Rara vez al cerrar y darle vueltas
me encuentro satisfecha del trabajo:
siento como si hubiera echado mal
todas las cuentas.
Escribo versos malos, ni siquiera
tienen arte o métrica correcta.
Luego pienso que son míos y es cuando
les quiero,
como quieren las madres a sus hijos
aunque les salgan feos.
©SandraSánchez(Pulgacroft)
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