Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd, justo después
de arrancarle de la mano casi agarrotada, la llave que abría la caja de
caudales. No soportaba ver cómo le iba poseyendo la misma rigidez que ya en
vida, encubierta de austera rectitud, había sido férrea y rayana en el maltrato.
Ni siquiera nuestro hijo ablandaba su carácter desabrido y de exagerada cicatería
que nos había llevado a sufrir penurias económicas más propias de otras épocas.
Finalmente, el rígor mortis llegó puntual en el vagón de pino más barato
mientras nuestros sueños, los míos y los de mi hijo, volaban ya, en rigurosa
primera clase.
-Pulgacroft-
Para el concurso Relatos en Cadena de La Ser. Frase obligatoria de inicio: "Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd" y un máximo de 100 palabras.
Hola, Pulguilla.
ResponderEliminarAl final, parece que se hizo justicia. ¡A disfrutar!
Me parece una historia estupendísima que nos deja imaginando esa vida de penurias y agonías, enhorabuena.
Besos, guapa.
Me he imaginado todos los hechos que no se han contado, pero que con inteligencia se ha dejado intuir, de cómo en muy pocas palabras se puede contar una gran historia.
ResponderEliminarUn beso.
La ambición rompe el saco. Eso es lo que se dice en mi pueblo y al final, siempre llega la justicia, de alguna u otra manera.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho u micro, felicidades.
Besicos muchos.