Las hojas bailan
girando en remolinos,
como derviches danzantes
en Damasco, calladamente,
al compás de instrumentos de viento,
del pizzicato de laúd que interpretan
las gotas de lluvia.
como derviches danzantes
en Damasco, calladamente,
al compás de instrumentos de viento,
del pizzicato de laúd que interpretan
las gotas de lluvia.
El reloj del salón, metrónomo
constante e implacable
de la luz que se atenúa,
da paso a la oscuridad
que entra en escena,
y afuera –entre bambalinas-
cuelga la luna
iluminando la estancia del Mundo.
Retumba el frío en los timbales
de los cuerpos, suena el Otoño y
la ventana se convierte
en palco improvisado
del concierto.
Por la mañana, el barrendero
recoge las hojas
-partituras ya caducas-
sin apenas tiempo.
Hay sesión continua:
"Concierto para sordos
en La (calle) Mayor."
-Pulgacroft-
Foto: "Dancing to the edge"- Thomas Berntsen
Foto: "Dancing to the edge"- Thomas Berntsen
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