Me miré al espejo una vez más, despacio, sin prisa, me miré a los ojos fijamente, escudriñándome… me acerqué a mí mismo. Me acerqué tanto, que mi nariz se quedó pegada a mi nariz…
Me alejé un poco y vi que las pupilas de mi otro yo enfocaban las mías propias para poder verme. Hice una mueca y mi yo espejismo la hizo también , a la vez, como era de esperar de una imagen seria como era la mía. Me di la vuelta y mi espalda pudo intuir otra espalda, volví a dármela y esta vez mi reflejo ya no estaba, se había ido…aburrido de sí mismo.
No sé por qué será tan sugerente el tema de los espejos para los que escribimos, pero así es. Y de eso Borges fue sin duda el rey. Por supuesto yo he caído alguna que otra vez en su embrujo. Mira, por ejemplo, http://breventosybrevesias.blogspot.com/2008/01/tres-maneras-de-mirar-un-espejo.html
ResponderEliminarSon irresistibles...
Mi imagen a veces no se ve, que raro verdad.
ResponderEliminarBesines fia
Espejos...
ResponderEliminarQué buenas herramientas para soñar...
;-)
Besos!
Qué traicioneros, los espejos. Qué manía de buscarnos...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Pulgui.
Besos.
Consejo: nunca te des la espalda a ti misma, ni a tu reflejo... ;)
ResponderEliminarPor cierto, el tema imagen, muy chulo, sí.
ResponderEliminarA veces la imagen que nos da de nosotras el espejo no nos gusta...siempre hay oportunidad de mejorarla....un beso guapa
ResponderEliminarEso te pasa por darle tantas vueltas a las cosas, y a ti misma.
ResponderEliminarBesos
Pues yo tengo un espejo genial que nunca cambiaré, me adelgaza un montón y me encanta mirarme en él, jejejjeee.
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