NOTAS DE LECTURA
"No soy fuerte ni poderosa. Tampoco estoy en la flor de los veinte años.[...]Pero, sea quien sea hoy, no pude combatir las arrugas, el declive [...] LLevo en el rostro una historia curtida y que me ayuda a envejecer."
Así comienza este libro de Nélida Piñon (Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2005, entre otras distinciones, y miembro de la Academia brasileña de las Letras) escrito en 2103 cuando contaba con 76 años, y en el que hace un recorrido sosegado por su vida, comenzando, casi como no podía ser de otra manera, por los recuerdos de sus relaciones familiares (hija de padres pontevedreses emigrantes).
Me llama la atención cómo descubre la autora que su nombre Nélida es un anagrama del nombre de su abuelo, Daniel.
Me gustan este tipo de libros, en los que el autor o autora, saltan de aquí para allá rememorando el pasado, mezclándolo a la vez con el presente.
Este libro es así, un continuo ir y venir de los años pasados al presente ya en calma y con una visión en perspectiva serena de toda una vida ya vivida.
Habla Nélida Piñon de lecturas, de música, de ópera, de ciudades (curiosa la relación que mantiene ahora con con la ciudad de Nueva York), habla también de amistades, (emotiva su amistad con la escritora Clarice Lispector y esa especie de orfandad en la que la sumió su muerte) y sobre todo habla de su manera de entender la escritura y la literatura y su amor por el Arte y por los clásicos, a los cuales hace numerosas referencias durante toda la obra.
Me encantó el lenguaje poético que Nélida Piñon utiliza a lo largo de todo el libro y me gustó mucho también la manera de transmitir sus "preocupaciones" actuales, sus reflexiones acerca la vida, el amor, la amistad y del propio lenguaje. El uso constante de metáforas e imágenes que hacen que el libro sea absolutamente bello en cada página.
Dejo algunos párrafos del libro:
"La imaginación es razón de vivir, acciona la voracidad y no tiene fin. [...] Especie de cofre que envuelve secretos, sacia el hambre, cede pedazos de la materia capaz de salvarme. Son pedazos de pan, trozos de vidrio, cartas arrugadas, todo lo que no reniega de su origen humano."
"El amor anuncia su llegada. Al entrar a la sala llena de observadores, elige a quien amar. Un milagro que, cuando obra, incendia el corazón, y éste ama sin límites."
"Me atraía igualmente oponer lo superfluo a lo esencial. Lo que llega a mis manos me hacía crecer. La vida era el fermento que necesitaba. Con tal noción, los libros, apilados en el estante, y leídos con ritmo voraz, se convertían en mi otro hogar."
"Hablar es un vicio humano. Ojalá no lo fuera. Preferiría que la ley del silencio se impusiera a los mortales desde la más tierna edad, para que reconociéramos el valor del uso de la palabra."
"Me acusan de citar a los griegos clásicos con excesiva frecuencia. La acusación es válida. Me cautivan, y no sé cómo evitar a un pueblo que constituye la matriz de mi vida cotidiana, de cuyo discurso dependo para seguir inventando."
"Estoy moldeada por el sentido trágico de la existencia. Cultivo la creencia de que la vida es un espectáculo grotesco, hediondo, bello, extraordinario, tocado por la aventura y por los lances de la fantasía."
"Aguardaré a que me llames. No sé cuánto tiempo tendré, mas para ti, donde estés, dispongo de todos días del mundo."
"Voy a morir y nada sé."
"El mundo se agita de modo imperceptible y apenas se escucha el suspiro de una mariposa que vuela en el afán de recorrer la tierra."
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