Años después, cuando volví
al colegio, convertido en hospital, rebusqué entre el parterre aquella caja de
té que guardaba la carta que no me atreví a darte. Escrita con caligrafía de monjas, decía cosas que nos hubiera llevado a las dos juntas al
infierno.
Tiré la caja; la carta se la leí a mí marido, agonizante, cambiando sólo alguna letra.
Tiré la caja; la carta se la leí a mí marido, agonizante, cambiando sólo alguna letra.
©SandraSánchez
#ViernesCreativo para la imagen propuesta por Ana Vida (sacada de su propio álbum familiar) para el blog El Bic Naranja.
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