FINAL TRISTE DE UNA LEYENDA URBANA
y ya nadie la recoge.
Arrastra jirones de sus arrugas
por los arcenes,
y de su boca
ya no salen aquellas frases cortas
que resquebrajaban retrovisores.
A lo único que aspira
es a lanzarse a las ruedas del
próximo
automóvil.
Y a morirse dos veces,
y a que echen tierra encima de esa
ropa
tan ajada.
Y a fundirse en el légamo.
Y a que nos olvidemos
todos- y de una vez
por todas- de su historia.
©SandraSánchez
Me gusta esa fusión entre poema-histora, y no saber si es más historia que poema o poema que historia.
ResponderEliminarUn abrazo
Cierto Abril, es una mezcla un poco extraña pero si te gusta pues genial. Me gusta la Poesía que "cuenta algo".
EliminarMuchas gracias y otro abrazo de vuelta para ti,
Sandra.