Fue la dama más triste de París.
Vitoreada en muchas ocasiones, fue temida por algunos y
respetada por todos. Alcanzó el éxito y conoció la fama, pero también la
soledad.
No fue feliz. Durante toda su vida no hizo más que
preguntarse por qué estaba tan sola si tantos hombres habían perdido la cabeza
por ella y, también, alguna mujer. Siempre se preguntó por qué nadie se había
quedado a su lado…
Y es que, todos ellos, tan sólo le dejaban un tenue y sutil
rastro rojo que Madame Guillotine nunca supo cómo seguir.
Me ha gustado mucho. :)
ResponderEliminarTemida y respetada. Siempre contradictorios.
ResponderEliminarAleteos!
muy bueno! fia.
ResponderEliminarBesines
Jejejejeje. Acabo de terminar Historia de dos ciudades, de Dickens, y tengo muy recientes las andanzas de Mme. Guillotine, así que me ha encantado encontrarme con tu relato. Genial
ResponderEliminarBesotesssssssssss.
Siempre me sorprendes con finales inesperados jajaa
ResponderEliminarPues antes de terminar adiviné a quién te referías. Y sí, representa las dos caras: el porder y la falta de él.
ResponderEliminarChao
Siempre ...el poder las palabras....que sabes como atraparnos con ellas....me ha gustado mucho....
ResponderEliminarUn saludo a Jurulina..un placer conocerla..y leer su post...
Abrazos siempre ..buenos días..y muchas energía....
hasta la sonrisa!!!
La cara y la cruz, como todo en la vida. Sutil.
ResponderEliminarCada vez que voy a tu blog me sale error de página.
Saludos,
Muy bueno, me gustó mucho.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios!
ResponderEliminarQuizá sus comentarios fueran un poco demasiado agudos (afilados).
ResponderEliminarBesos.