Verba volant, scripta manent.

Olvidarse de mirar

Coches en Madrid_Sandra Sánchez


Leo en un artículo escrito por Carmen Martín Gaite, en septiembre de 1961, su preocupación por la continua e incesante pérdida en la gente de la buena costumbre de contemplar debido a la prisa con la que empieza a trasladarse de un lugar a otro, a consecuencia del aumento del uso del coche. Y dice así: "La vehemencia de tener coche, de guiarlo, de trasladarse de un lugar a otro a la mayor velocidad posible, acaba por sustituir el deseo primero y más auténtico de conocer y contemplar. La gente, al irse olvidando de andar y al aceptar como artículo de fe la necesidad del coche para cualquier desplazamiento, va olvidándose también de mirar y cada vez se interesa menos por lo que se conoce y se abarca a paso de peatón, es decir, de persona."
No deja de sorprenderme -quizás por referirse al año 61, el cual sin parecerme tan lejano en el tiempo sí que me lo parece en lo que dice- esa reticencia al uso del coche, esa inútil (aunque esto lo sabría mucho después, claro) resistencia a tenerlo... Pero me conmueve, a la vez, esa nostalgia por la buena costumbre de la contemplación al caminar. No dejo de pensar qué opinión tendría ahora, C.M.G. del uso, no ya del coche, sino de los teléfonos móviles que tanto nos "corrompen" en ese "contemplar". Si ya de aquélla, se sorprendía de la "vehemencia de tener coche" ¿qué palabras utilizaría ahora para describir ese afán por renovar lo que todavía funciona para adquirir algo, cuyas novedades con respecto a lo que ya teníamos son, más bien, escasas?.
Y dice también esto en el último párrafo del artículo: "La esperanza, si hay alguna, está todavía en la mirada de las pocas gentes que, en vez de desesperarse echando de menos inciertos y lejanos paraísos, se sientan en un banco de su ciudad, cuando les dejan hacerlo, y se ponen a meditar con pausa y atención acerca de lo que tienen delante de los ojos y de lo que está un poco más allá de ellos."  A mí me parece precioso. Me lo parece por esa cierta ingenuidad que desprende leído ahora (no) tantos años después. Y no puedo evitar, a la vez, sentirme un poco culpable por no ser- todas las veces que quisiera- una de esas personas que se sientan en un banco a meditar; por usar, excesivamente, el teléfono móvil y olvidarme, a menudo, de mirar con mis propios ojos y no a través de su objetivo; y por ser mucho menos peatón de lo que podría y debería. 
Lo que, al menos, no soy - y esto lo siento como un alivio para mí- es una de esas personas que "echan de menos inciertos y lejanos paraísos". Algo es algo.




10 comentarios:

  1. Pues sí, tenemos al alcance bancos y jardines enteros para parar y relajarnos, cuyo uso puede ser diario y sin coste. Hay gente que practica el saludable ejercicio del paseo y la parada, meditación incorporada. Hay otros que ni pisan un parque y luego el in de semana se estresan desplazándose a cientos de quilómetros. Ayer mismo andando por el centro preferí dar una pequeña vuelta y adentrarme en un parque inmenso; cierto que el día no permitía sentarse, pero sí pasear y mirar los colores del otoño. Pues bien, en una buena parte del recorrido estaba yo solo. Pero mereció la pena el paréntesis; siempre que entro en ese espacio salgo diferente, siquiera para lo que queda del día.

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    1. Claro, cuando por fin nos paramos y disfrutamos de la contemplación nos damos cuenta de lo necesaria que es también y de lo poco que la practicamos. Vivimos en un mundo de prisas y sin pausas.
      Saludos, Fackel

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  2. Al final tendrá que convertirse en una asignatura obligatoria, el paseo y las reflexiones que suelen acompañarle.
    Siempre me ha gustado andar, ya sea por la ciudad o por la montaña, solo o acompañado, no me ha importado arriesgarme por senderos o montaña a través, en épocas mozas.
    Ahora, desde mi jubilación hago casi todos mis desplazamientos andando por esta ciudad llena de gente apresurada. Tanto que tengo el coche prácticamente abandonado. La última vez que lo cogí fue para pasar la ITV. ;)
    Entrar dando un rodeo por un parque, recorrer un paseo arbolado, quedarse admirando una buganvilia...esas cosas que dan una satisfacción instantánea.
    Un abrazo.

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    1. Pues el coche creo que te está pidiendo también una jubilación, Alfred, aunque es verdad que da cierta seguridad tenerlo a mano. Por otra parte, esa actividad de diaria de caminar y admirar no tiene precio, ya lo creo. Haces muy bien y da buen ejemplo.
      Saludos!

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  3. En la ciudad es difícl entender el ensimismamiento de tanta mirada vacía. cada uno viaja abducido por la pantalla de luz del móvil; y así la poesía duerme y se despierta la soledad, esa forma de estar a solas en medio de la multitud. Fuerte abrazo querida poeta

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    1. Cierto, querido José Luis. "Estar a solas en medio de la multitud" es otra forma de soledad, más soledad aún, si cabe. Creo que esa forma de soledad puede ser muy fructífera de cara a la poesía aunque no sé si tanto de cara al buen estado de ánimo de uno mismo. De todos modos, mejor sacarle partido a cada situación de la mejor manera que se pueda.
      Otro abrazo fuerte para ti y feliz fin de semana.

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  4. No solo en la ciudad. Es común ver turistas, que no viajeros, que todo lo pasan por el visor de la cámara o la pantalla del teléfono....sin duda ignoran que lo que más hondo queda, y se retiene, es en la retina y en el recuerdo. está bien, ellos se lo pierden.

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    1. Así es Enrique y confieso que, aunque soy consciente peco muchas veces de eso mismo, pero intento ir corrigiéndolo. Al final las fotos no las miro tanto luego y es verdad que nos perdemos la belleza viva y fresca del momento.
      Un abrazo.

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  5. Vamos demasiado rápidos. Y es bueno mirar y volver a mirar las cosas.
    Me gusta Carmen Martín Gaite.
    Salu2.

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    1. A velocidad vertiginosa, diría yo Dyhego.
      Sí, interesante siempre C.M.G.
      Saludos.

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