Leo a Jordi Doce: "El escritor gasta la mayor parte de sus fuerzas en una actividad paradójicamente agotadora: no escribir". Y pienso yo: ¡qué gran verdad! porque aunque no me considere yo escritora, es cierto que una alberga y siente ciertas inquietudes y que el no serlo, lo de escritora digo, no le resta al sentimiento ni un ápice.
En no escribir discurre la mayor parte de mi tiempo y, aparte de agotador, yo diría que (me) resulta también aterrador.