Verba volant, scripta manent.

Miguel Hernández

Tal día como hoy, 30 de octubre de 1910, nacía en Orihuela Miguel Hernández.

Miguel Hernández


Para la Libertad


Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad, siento más corazones
que arenas en mi pecho dan espuma a mis venas;
y entro en los hospitales, y entro en los algodones,
como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñaran aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida;
porque soy como el árbol talado que retoño:
aún tengo la vida.



A sangre fría

Lagartija_Sandra Sánchez


Y, manteniéndome la mirada con mucha sangre fría, posó para mí completamente quieta.




Visita al cementerio

Vistas desde el cementerio_Sandra Sánchez
Las vistas desde el cementerio.

Yo, que no soy de seguir la tradición de visitar cementerios por estas fechas o, debería aclarar, que cada vez soy menos propensa a ello, me he acercado hoy a visitar a mis muertos. Mis muertos; me gusta esa expresión, me suena un poco como decir "mis hijos", por ejemplo; alguien a quien cuidar aun sabiendo que ya no necesitan nada, si acaso el recuerdo y ése lo tienen asegurado. Pero, decía, que hoy he visitado el cementerio y he cambiado las flores en este día que salió primaveral, siendo otoño. Está situado, el cementerio, en una loma con una vistas preciosas a mi Cantábrico y siempre me ha gustado imaginar que mis muertos también pueden disfrutar de ellas. Qué cosas.
Mientras estaba yo intentando tener unos momentos íntimos de recogimiento(si no fuera por las fechas no habría nadie) escuché, sin querer, una conversación ajena. Iba el asunto sobre dos hermanos (hombre y mujer o chico y chica, no sé bien), al parecer ella -la mujer o la chica- había sido la heredera beneficiaria de la persona que era ahora vecina en la hilera de nichos de quien visitaba la narradora de esta anécdota y él - el hombre o el chico- no había sido, por lo visto, agraciado con la suerte de haber entrado en dicha herencia así que, "cómo es lógico" (palabras textuales de la narradora) él no aparece por aquí. No escuché respuesta por parte de la persona a la que se lo contaba; no sé si no la hubo o si mi mente se puso a pensar en lo que había oído dejándome privada de este sentido por unos momentos. Y es que, no pude por más que llevar mi pensamiento hacia la reflexión de que, por lo general ( y sin entrar en el tema particular de estas personas que vete tú a saber), únicamente la entrega de lo material (y más concretamente de lo que podemos cuantificar en dinero) nos convierte en muertos susceptibles de visita y correspondiente acondicionamiento de nuestro lugar de descanso eterno.
Y muchas veces ni aún con ésas.




Una intuición

Herbario_Foto_Sandra Sánchez




Leo en el "Libro del desasosiego" de F. Pessoa: "El corazón si pudiese pensar, se pararía".


*****



Detenerse a contemplar la quietud de una flor, la lenta caída de una hoja, el persistente e incansable flujo de la marea sobre la playa. Paladear un verso dejando que nos acaricie el alma... Intuir que sólo estamos aquí para aprender a contemplar la vida que nos rodea y así poder ser plenamente conscientes de la nuestra. Aprender a admirar mirando y, así, poder vivir en consonancia y a través de esa admiración consciente. Ése debe ser el fin y no un mero entretenimiento en tiempo de ocio. El resto: la prisa, la transacción, la apariencia, el mercantilismo, la emoción superficial... es sólo atrezzo (intuyo).





Cyclamen blanco

Cyclamen blanco_Sandra Sánchez


Desde hoy, vive conmigo (afuera en el alféizar de la ventana) otro cyclamen. Éste es de flores blancas y en su base, en la parte en que la hoja se une al tallo, forma un dibujo, como si fuera un cáliz, de un color rosa fuerte. Es curioso cómo, precisamente, las condiciones adversas (o que nosotros consideramos adversas) como son la lluvia, el frío y la poca luz del invierno, sean las que mantienen a estas plantas más vivas y luciendo en esta época su belleza máxima. No deja de ser curioso cómo, a veces, lo que para unos es motivo de desaliento e incluso de derrota, resulta para otros el pilar no sólo de su propia supervivencia sino de su esplendor.




Prospect Park. Hilario Barrero

Prospect Park. Hilario Barrero


NOTAS DE LECTURA

Dice Hilario Barrero (Toledo, 1946) que “Escribir un diario es formular la existencia humana en términos literarios porque la vida es el cuento de nunca acabar.” y creo que, ciertamente, nos percatamos mejor de ello cuando, al leer un diario que abarca dos años completos, vemos cómo los días se repiten en fechas y cómo, aunque cambie lo que hacemos, el fondo último de nuestra existencia es el mismo.

Creo asimismo que he elegido bien el tiempo en el que leer a H.B; aunque tenía ya el libro desde mayo -y la suerte, también, de que me lo hubiera podido dedicar cuando vino a Oviedo en ese mismo mes-, no me había decidido, por fin a leerlo, hasta ahora, en octubre, y digo que hice bien porque el paisaje otoñal que me acompañó durante su lectura está muy acorde con el tono que destilan las letras que resumen estos dos años que abarca el libro (2014 y 2015). Paisaje otoñal aquí afuera y paisaje otoñal y crepuscular también en todo el libro, ya sea noviembre o mayo, porque H.B. dedica buena parte de su tiempo a despojarse, como las hojas de un árbol en esta época, de todo eso que ha ido acumulando durante su vida: “Así es la vida, almacenar papeles, elogios, dinero, diplomas para ir deshaciéndose de ellos en estos días largos de invierno en los que no puedes salir a la vida por miedo a que se te congele el corazón”. Y, me temo que ese miedo a congelársele el corazón no lo siente sólo físico por las bajas temperaturas que se dan en Brooklyn -donde vive- en esas fechas, sino también por el frío de la vida misma cuando entra uno (o una) en esos años en los que se mira mucho más hacia el pasado que hacia el futuro.
Y es la mirada del autor, una mirada intimista, melancólica (quizás a veces demasiado pues no considero tan mayor a HB) pero encontrando a la vez (y esto me ha también reconfortado al ir leyendo) el punto justo de optimismo para seguir adelante. Una mirada, también, de descubrimiento- para todos aquellos, como es mi caso, que no conocemos (o que no conocemos aún) Nueva York- y de asombro ante las estampas cotidianas de gentes, quehaceres y deleites que va experimentando en su paseo por la vida.

Personalmente, como asturiana que soy, me ha gustado también leer sus apuntes sobre Gijón. Ha sido como poder vernos desde fuera, como poder en cierta manera “espiarnos” a nosotros mismos a través del agujero de una cerradura, qué típico esto por ejemplo: “Julio se va (refiriéndose al mes) y el verano no ha llegado todavía a Gijón”. Me ha hecho gracia. 


Está muy presente la muerte en “Prospect Park”. Muerte de familiares, muerte de amigos, muerte de poetas y escritores referentes para el autor y, muerte también de un tiempo de juventud en el que la ilusión y el amor eran mucho más primaverales que los tiempos de nieve que nos presenta ahora H.B. Esa nieve que cubre buena parte de las páginas de este diario, es blanca como el pelo blanco, como la vejez que el propio autor siente cercana, como la derrota interna que parece que viva a partir de su jubilación como profesor en la Universidad. Emotivos son los pasajes de despedida, no tanto externa como interna al tener que asumir una nueva etapa en la que los jóvenes a los que da clase no van a estar presentes en su nuevo día a día.

“Prospect  Park” es un ejercicio de intimismo. Casi todas las entradas van dirigidas a un “yo” (supongo intrínseco al propio género diarístico, evidentemente) en una introspección reflexiva con la que yo misma, por mi forma de sentir, me siento muy identificada. El resto de entradas se suelen dirigir a un “tú” de la persona amada, siempre como apoyo y pilar en la vida de H.B. Y es que es éste un libro de amor, de amor a la vida, amor a sus seres queridos, amor a sus amigos y amor a la persona con la que comparte su día a día desde hace tanto.

Y hay, también, soledad en “Prospect Park” sí, pero es esa soledad que nos invade cuando al dar un paseo por un parque vemos la vida que bulle a nuestro alrededor y que, a veces y sin saber muy bien por qué, sólo alcanza a rozarnos levemente.
Me quedo con este párrafo del libro que hago mío: “Tú y yo, solos en el parque, con la nieve y el peso de la vida sobre nuestros hombros. Hundiendo nuestras pisadas por caminos inseguros, tenemos la duda helada de si esta ha sido la primera vez que nos hemos enfrentado con una luz nueva o si esta será la última vez que nos perdamos para siempre en el parque”.

Como le escribí al propio Hilario Barrero al acabar su lectura, ahora mientras espero la publicación de su próximo diario, tendré que leerle “hacia atrás” pues este “Prospect Park” es el primer diario que leo suyo.

Dice H.B. que “la soledad es un sol envejecido” y yo, que soy más de cielos nublados que de cielos radiantes, agradezco esos rayos suaves que no queman pero sí acarician.

Jaque mate al mundo

Mi amigo Lucky_Sandra Sánchez


Estoy segura de que las tardes de sábado, lluviosas y caseras, al abrigo de los libros las inventó un gato.


Suena en casa:

Ce n´est pas un pòeme

Rene MAGRITTE - La trahison des images (Ceci n'est pas une pipe)


CE N' EST PAS UN PÒEME

No me leas;
esto no es un poema,
solamente es el intento
de darle nombre a un cuadro.




Doce de octubre

Rosal_Sandra Sánchez



DOCE DE OCTUBRE
(a mi madre)

En este día de fiesta
(en el que luce medio sol, media nube)
me visto, me preparo y salgo
a comer.

Celebro el santo que ya no puedo celebrar
contigo; el beso sin labios, el abrazo
sin brazos, el cariño sin cuerpo.
Celebro a este lado sola -sólo-
la reliquia de un nombre
y este amor incorrupto.




Letanía para un día cualquiera

Mar Cantábrico_Sandra Sánchez



Abre los ojos,
que la Vida no te pille dormido,
que te pille despierto pero no con prisa
o del mal humor.
Si miras sólo de frente
sin que te importe qué pasa a tu lado
que no te pille la Vida.
Que no te pille en una mentira
o haciendo oídos sordos.
Que no te pille ciego ni mudo
y sin opinión propia.
Que no te pille la Vida sin tener amigos.
Que no te pille sin ser tú
o viviendo la vida de otro.
Que no te pille aburrido
con las manos en los bolsillos.
Que no te pille indiferente
o sin principios.
Que no te pille sin tener palabra.
Ten en cuenta si te subes -o te suben-
a un pedestal que no se ve la Vida
desde tan alto. Y que no te pille
creyéndote mejor que nadie; no lo eres,
te lo demostrará la Vida.
Que te pille siempre jugando limpio.
Que no te pille en la luna
pero no dejes de soñar aunque
cumplas años.
Que la Vida te pille viviendo de veras.
Que estés VIVO (con mayúsculas)
cuando te pille,
no te vaya a coger de improviso y pase
y no te hayas dado cuenta entonces
de que eso que pasó
era la Vida.





Y una botella de ron


Noraytower.com



Tampoco hoy encontré trabajo, pero poco me importa. Prefiero merodear por el puerto, sentarme en un noray y fumar una pipa observando cómo zarpan los barcos en los que no me enrolaré nunca. Me conformo con las monedas que me dan por contar historias en la cantina. Dos o tres whiskies avivan mi imaginación y además matan el hambre. A todos les gusta escuchar sobre países lejanos y vidas que jamás vivirán…
Ayer, un tal Stevenson me pagó tres monedas porque le contara más detalles sobre mi aventura con John Silver; pobre iluso.



Malos poetas

Herrumbre_Sandra Sánchez


Debería de existir un cubo donde reciclar los malos poemas.
No, mejor aún;
debería de existir un cubo donde reciclar los malos poetas.




La escapada. Gonzalo Hidalgo Bayal

La escapada. Gonzalo Hidalgo Bayal


NOTAS DE LECTURA

Libro, en mi opinión exquisito, es el tema, de esta novela, un viaje nostálgico por la juventud perdida de dos amigos que se encuentran en el puesto de libros del pasadizo de San Ginés, en la madrileña calle Arenal.  Cuenta el narrador de la novela en la primera página (personaje que se quedará ya en mi particular universo de personajes literarios)  que, se detiene en el pasadizo de San Ginés sin más motivo que la nostalgia literaria- que no deja de ser una forma dulce de añoranza del pasado y del tiempo perdido y aclara-  “ todo el tiempo pasado, como se sabe, es también tiempo perdido, doblemente perdido: porque no lo aprovechamos, porque no ha de volver. Quien sea o haya sido lector voraz rara vez pasa por delante de un puesto de libros sin detenerse”.

En una entrevista que leí hace poco en El Cultural* refiriéndose a la prosa de Hidalgo Bayal, se decían cosas como “extremadamente culta, pulida y cadenciosa, como de otra época” y también que  su única meta al escribir, es precisamente eso, escribir, y hacerlo sin mirar el reloj o el calendario.  No puedo estar más de acuerdo en todas estas apreciaciones. La falta de prisa es algo que transmite la novela, tanto el estilo como la trama, y se nota también ese regocijo personal en la tarea de  ESCRIBIR (con mayúsculas), para que quien lo lea no sólo disfrute de una historia sino de las propias palabras y construcciones en el uso del lenguaje.

Dice también G.H.B. en esa misma entrevista que “aspiro a una prosa de cierta intensidad poética y esa cualidad se aprende más en los libros que en el habla. No me atrae la prosa literaria meramente informativa, tampoco la coloquial.” y también que “hasta que no considero aceptable el sonido de la prosa, el ritmo, la sintaxis, no me parece que el texto esté acabado.” Basta con leer esta novela, que es la última hasta ahora del autor, para saber que todo eso que dice es cierto.
Poco más que añadir a las propias palabras del autor, solamente, eso sí, recomendar con empeño su lectura. No he estudiado Filología pero, por lo visto, hay varios guiños en la novela a esta disciplina que reconocerán, seguramente, los que sí lo hayan hecho.

Gonzalo Hidalgo Bayal, nació en Cáceres en 1950 y dice que Faulker le hizo pasar de los endecasílabos a la prosa. Bendito Faulkner.




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