Verba volant, scripta manent.

Presentación del número 18 de la Revista Anáfora

Yo leyendo el poema


Quién me iba a decir a mí que después de tantos años de haber entrado en estas aulas como alumna iba a hacerlo, además, para leer uno de mis poemas... ¡Cosas veredes!


Cartel de la presentación del nº 18 de la revista Anáfora




(El lugar es una de las aulas del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo y el motivo, la presentación del número 18 de la Revista Anáfora de Poesía)

Pd. Como puede comprobarse no estoy a la altura... al menos, de los micrófonos :)




Olvidarse de mirar

Coches en Madrid_Sandra Sánchez


Leo en un artículo escrito por Carmen Martín Gaite, en septiembre de 1961, su preocupación por la continua e incesante pérdida en la gente de la buena costumbre de contemplar debido a la prisa con la que empieza a trasladarse de un lugar a otro, a consecuencia del aumento del uso del coche. Y dice así: "La vehemencia de tener coche, de guiarlo, de trasladarse de un lugar a otro a la mayor velocidad posible, acaba por sustituir el deseo primero y más auténtico de conocer y contemplar. La gente, al irse olvidando de andar y al aceptar como artículo de fe la necesidad del coche para cualquier desplazamiento, va olvidándose también de mirar y cada vez se interesa menos por lo que se conoce y se abarca a paso de peatón, es decir, de persona."
No deja de sorprenderme -quizás por referirse al año 61, el cual sin parecerme tan lejano en el tiempo sí que me lo parece en lo que dice- esa reticencia al uso del coche, esa inútil (aunque esto lo sabría mucho después, claro) resistencia a tenerlo... Pero me conmueve, a la vez, esa nostalgia por la buena costumbre de la contemplación al caminar. No dejo de pensar qué opinión tendría ahora, C.M.G. del uso, no ya del coche, sino de los teléfonos móviles que tanto nos "corrompen" en ese "contemplar". Si ya de aquélla, se sorprendía de la "vehemencia de tener coche" ¿qué palabras utilizaría ahora para describir ese afán por renovar lo que todavía funciona para adquirir algo, cuyas novedades con respecto a lo que ya teníamos son, más bien, escasas?.
Y dice también esto en el último párrafo del artículo: "La esperanza, si hay alguna, está todavía en la mirada de las pocas gentes que, en vez de desesperarse echando de menos inciertos y lejanos paraísos, se sientan en un banco de su ciudad, cuando les dejan hacerlo, y se ponen a meditar con pausa y atención acerca de lo que tienen delante de los ojos y de lo que está un poco más allá de ellos."  A mí me parece precioso. Me lo parece por esa cierta ingenuidad que desprende leído ahora (no) tantos años después. Y no puedo evitar, a la vez, sentirme un poco culpable por no ser- todas las veces que quisiera- una de esas personas que se sientan en un banco a meditar; por usar, excesivamente, el teléfono móvil y olvidarme, a menudo, de mirar con mis propios ojos y no a través de su objetivo; y por ser mucho menos peatón de lo que podría y debería. 
Lo que, al menos, no soy - y esto lo siento como un alivio para mí- es una de esas personas que "echan de menos inciertos y lejanos paraísos". Algo es algo.




Arte natural


Esta mañana, en ese lapso impreciso de tiempo entre la noche aún y el amanecer, pude disfrutar de un auténtico espectáculo cromático en el cielo. Franjas de holgada anchura y color rosado intenso se alternaban con otras azules de igual vuelo e intensidad, pero además se hallaban todas ellas en una horizontalidad tan exacta con respecto a los edificios que parecía que el plano perpendicular hubiera sido creado ex profeso, y solamente, para dar perfección al momento.
Qué estampa tan bella y tan compenetrada. Fueron escasos los segundos que pude contemplarla, apenas lo que tardé en bajar la calle que, precisamente por empinada, ofrecía esa particular perspectiva. Hubiera merecido el cuadro algún tiempo más de asombro, de admiración y dedicación y  no sólo por la armonía de sus líneas, no sólo por lo bello de sus colores no sólo, ni tan siquiera, por la vastedad de sus dimensiones sino además, y esencialmente, por lo efímero de su permanencia.




El nacimiento de una revista de Poesía



Cuando la poeta y periodista avilesina, Isabel Marina, me contó su proyecto de editar una revista de Poesía, me pareció un gran idea. Ilusionante, sin duda, por lo que tenía de labor divulgativa y emocionante, cómo no, por poder ser ella la artífice de algo tan bonito. La veía feliz contándomelo, y cuando alguien te hace partícipe de una alegría, la alegría se multiplica. Me dijo también que le gustaría que yo formara parte del consejo de redacción, cosa que me halagó por un lado y me turbó por otro pues, como le dije en ese mismo momento, no creía (ni creo) tener los méritos ni tampoco la categoría suficiente como poeta para una "distinción" así o que, por lo menos yo, entiendo así (acompañaré en ese consejo a poetas de la talla de Ángeles Carbajal, José Luis García Martín, Juan Ignacio González y Ricardo Labra). Sea como fuere, el caso es que Isabel insistió en ello, no pudiendo yo por menos que ponerme, en ese momento, a su disposición para cuanto estuviera en mi mano. Y, hete ahí, que no sabía que muy pronto iba a poder aportar mi granito de arena a la revista, cosa que me hizo y me hace feliz:
me acuerdo que en esos momentos era todavía "la revista", no tenía aún título y esto era algo a lo que Isabel le daba vueltas pues su intención era que, el título englobara el espíritu trascendente de la Poesía así como también su belleza. Un título que no sólo nombrara sino que simbolizara. Me acuerdo que le empecé a dar vueltas al tema y, recuerdo, que estando en casa pensando sobre ello se me vino a la cabeza el título del famoso poema de Cavafis que siempre me ha emocionado, precisamente, por eso, por lo que simboliza: "Ítaca" . Así que, emocionada y expectante se lo propuse a Isabel. Le encantó. Dijo que le gustaba muchísimo y que seguramente fuera ése el título definitivo, lo que me dio mucha alegría, principalmente por poder aportar algo importante a su proyecto - la verdad que, el título, a mí también me encantaba- y también porque siempre he creído que, cuando una idea tiene nombre esa idea se transforma, por fin,  en algo real y tangible.

Había proyecto, había nombre, había intención y sobre todo ilusión y ganas. Sólo quedaba ponerse a trabajar en ello.
Por mi parte, me comprometí a escribirle una reseña, en este caso del poemario "La vida menguante" del poeta Pedro Luis Menéndez, así como otros poetas y colaboradores que también escribieron la suya.
Me consta que el trabajo de Isabel, como editora- y también como redactora y colaboradora- ha sido arduo y laborioso pero también me consta su tesón y su empeño y, sobre todo, su pasión y su amor por la Poesía.
No he visto aún, en el momento de escribir estas líneas, el resultado en papel, aunque sí una prueba en PDF. Me ha gustado mucho. Sé que va a ser una gran revista y sé que los versos de tantos, y tan grandes poetas, van a encontrarse muy a gusto habitando sus páginas.

Así pues, ¡ larga vida a Ítaca!



NOTA: la presentación será en Avilés, el próximo martes 26 de noviembre, en el sitio y hora indicados en el cartel. La Poesía os espera,  ¡no faltéis !



La flor de mi orquídea

La flor que se resiste de mi orquídea


Esta mañana, me he encontrado a la flor de orquídea a la que ya le tocaba irse, desprendida de la vara y recostada en el hueco que forman las hojas verdes de la planta, como si éstas fueran una cuna, como si en sus últimos momentos, la flor, se hubiera agarrado a los brazos de su madre, como si se hiciera la dormida, como si no quisiera irse, o no quisiera irse del todo todavía.




Las aventuras de Martín. José Luis García Martín

José Luis García Martín  (Editorial Impronta, 2019)


NOTAS DE LECTURA.

Antoine De Saint-Exupéry dedica “El Principito” a su mejor amigo, León Werth  cuando era niño, porque como dice “todos los adultos han sido niños antes”.  He tenido la sensación de que algo así se propone el autor en este singular libro. No en vano, lo titula “Las aventuras de Martín” y lo subtitula “Contadas por él mismo y transcritas con total fidelidad por José Luis García Martín” y así, dando voz a su ahijado Martín -un niño de casi tres años- (bien se ocupa el personaje de dejarlo claro en distintas ocasiones “dentro de dos meses cumpliré tres años y dejaré la guardería”), superhéroe protagonista del libro, hace que durante la lectura volvamos a ser ese niño pícaro- en su primera acepción- que aún llevamos dentro.

Martín, le cuenta a su padrino mil y una aventuras que le ocurren día a día sin que  sus padres se den cuenta (que para eso es un superhéroe) paliando así el atroz aburrimiento que, parece ser porque así insiste en ello en cada capítulo, sufre a diario el autor.

Me he divertido mucho con “Las aventuras de Martin”, sobre todo a medida que iba transcurriendo el libro. Me da la sensación de que J.L.G.M.  le fue cogiendo el gusto a ir escribiéndolas (perdón, transcribiéndolas ) (las dos o tres primeras son más sencillas que el resto que van ganando en complejidad argumental y dialogística) y también a ponerse en la mente de un niño sin dejar de ser adulto (parece difícil ¿no?, yo creo que lo es mucho) y a ser, a la vez, su ahijado Martín sin dejar de ser él mismo, con ese particular sentido del humor inteligente y mordaz que le caracteriza.

 “— Te nombro ministro de cultura.
—¿Ministro de Cultura? ¿Qué te crees que soy? ¿un jarrón chino?”

Pasan por este libro desde tortugas voladoras, piratas, un gato paraguayo que le embarca a recuperar una esmeralda del emperador Atahualpa, el mismísimo monstruo del lago Ness ¡hasta un Tiranosaurio Rex que quiere destruir el mundo! pero lo más increíble -que no imposible porque para eso estamos leyendo un libro de aventuras de un superhéroe (aunque el superhéroe tenga apenas 3 años)-  es que, junto a estos fantásticos personajes se codean otros, tan actuales y dispares, como la reina de Inglaterra -que pone en jaque al mismísimo Sherlock Homes- o Donald Trump, etc, así como algún que otro poeta de distintas épocas y lugares.

Me ha sacado una sonrisa muchas veces por la perspicacia de sus diálogos, por su ironía y por esa capacidad extraordinaria para mezclar el imaginario común, de héroes y personajes, con la particular imaginación del autor.

Aunque he escuchado a J.L.G.M. que para este libro no ha querido, expresamente, ilustraciones, creo que, (y aquí dejo la propuesta al autor por ser un formato distinto), “Las aventuras de Martín” funcionaría perfectamente como un cómic. Se me viene a la mente Tintín o nuestro querido Pinín -asturiano de pro- (no en vano los títulos difieren en apenas 3 letras, Tintín, Pinín, Martín… ¿casualidad?) por la agilidad de sus diálogos, y escenarios tan diversos y cambiantes que, seguro, harían las delicias de un buen dibujante. Aprovecho para destacar ahora la ilustración de la cubierta del libro: el pequeño (sólo en edad y en estatura) Martín corriendo por una especie de laberinto; en una esquina, un gato (¿será Zasca, el personaje que sale en el libro? ¿será el de la caja de Schrödinger (en referencia a los superpoderes de Martín?), un globo (no se me ocurre medio de transporte más acorde a una aventura clásica), una luna (la noche y esas horas de sueño en las que los papás no saben que sus hijos se convierten en superhéroes) y un árbol que bien podría ser asimismo una pluma de escritor “a la antigua”. Me gusta mucho por la sencillez y, a la vez, complejidad. Característica ésta también del libro.

¿Es, entonces, “Las aventuras de Martín” un libro para niños? ¿es un libro para adultos? ¿para el niño que fueron esos adultos? ¿para el que niño que siguen siendo?... Como no me gusta meterme en jardines de los que seguramente no sé salir, eludo la respuesta y cambio la pregunta por: “¿Es un pájaro? ¿es un avión?... ¡es Martín!” mientras espero a la próxima entrega de sus aventuras que, deseo siga habiendo pues, como podemos constatar todos los días en los telediarios, el mundo anda muy escaso de superhéroes y, aunque parezca que no, habelos hailos.





Joan Margarit, Premio Cervantes 2019

Joan Margarit dedicándome su Poesía Completa

Dedicatoria de Joan Margarit


Hoy, el poeta catalán, Joan Margarit ha sido reconocido con el prestigioso Premio Cervantes de este año y yo, tuve la suerte de conocerle precisamente hoy hace un mes (el pasado 14 de octubre, en Gijón), y de intercambiar con él unas palabras. 
Cuando lo publiqué en el facebook había escrito estas dos líneas: Tarde en Gijón con Joan Margarit. Poesía, sí, pero sobre todo (y eso fue lo mejor) humanidad, cercanía y lección de Vida.
Dijo Joan Margarit, en medio de algo que estaba contando, "en todas partes hay un poema"; ¡qué cierto!, pensé en aquel mismo momento (y hasta en las dedicatorias, pensé luego). 




A propósito del eufemismo

George Orwell

Dice Orwell en "La política y la lengua inglesa" que: "El estilo inflado es, en sí, un eufemismo. [...] El gran enemigo de un lenguaje claro es la insinceridad. Cuando se abre una zanja entre los objetivos reales y los declarados, uno se vuelve instintivamente hacia las palabras largas y los giros casi desgastados, como un pulpo que arroja tinta". Esto, lo leí hoy en los "Diarios" (Espasa, 2002) del periodista Arcadi Espada a propósito del eufemismo, del cual piensa (en el mal sentido) que es la figura retórica más importante del lenguaje periodístico así como la pieza clave del sistema periodístico. Y cuenta cómo la prensa, en uno de los recortes que guarda, al escribir sobre los integrantes de un comando terrorista, dice: "El tercer hombre contaría con unos cuarenta años y tendría manifiestas dificultades para correr o andar deprisa"; lo cual, troca  él a un lenguaje límpido y cristalino totalmente alejado de la negrura de aquella tinta de pulpo que decía Orwell: "terrorista y presunto cojo", apostilla Arcadi, poniendo fin al párrafo.




Horizontes

Elogio del horizonte. Eduardo Chillida. En Gijón. Foto: SandraSánchez


El otro día escuché en la radio una entrevista a Luis Chillida, hijo del famoso escultor Eduardo Chillida y, entre otras cosas interesantes, esto me llamó mucho la atención: cuenta Luis Chillida que su padre, Eduardo, tenía muchísima facilidad para el dibujo (aunque raramente llevaba luego a escultura lo que dibujaba) y hacía dibujos en poquísimo tiempo. Esto parece ser que era algo que el escultor tenía por un defecto pues era la mano -decía- y no la cabeza la que mandaba en esos momentos. Así que comenzó a dibujar con la mano izquierda y fue entonces cuando, al resultarle mucho más difícil y al tener que ir mucho más despacio y con más cuidado en la labor, la cabeza tomó el control del dibujo, o de la realización del dibujo, y dejó de hacerlo su (automática) mano.

*

NOTA: este texto no tiene ninguna connotación política (o no la tenía).


(Foto: Elogio del Horizonte. Eduardo Chillida. En Gijón)



Dos poemas míos hoy en el periódico La Razón

A primeros de octubre (creo que fue) Pedro Alberto Cruz Sánchez, colaborador del diario La Razón, se puso en contacto conmigo para ofrecerme paticipar, con algún poema inédito, en la sección de poesía "Las razones de la Poesía" para el diario La Razón, en su formato en papel. Acepté encantada y le envié dos poemas que se ajustaban a la extensión que me pedía. Bueno, pues hoy 10 de noviembre, día de jornada electoral aquí en España, no sólo los políticos y la política llenan los periódicos sino también los poetas y la poesía, y dos de esos poemas son de quien escribe estas líneas con la gratitud y la alegría que corresponde a algo así.
Dejo la foto del recorte del periódico con los poemas en cuestión y la foto, también, de la página entera en grande donde se pueden leer, asimismo, los buenísimos poemas del poeta Carlos de la Cruz, compañero de versos, hoy, en este espacio tan singular.

Mis dos poemas en el diario La Razón 10-Nov-2019

página completa La Razones de la Poesía junto a Carlos de la Cruz


(Creo que pinchando en las fotos se pueden ver más grande o, también, descargarlas para poder ampliar)


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