Verba volant, scripta manent.

Herencia


Man Ray - Les Larmes (Glass Tears, 1932)


No podía dejar de llorar. De dónde había surgido tanta lágrima era un gran misterio. La situación tenía el cariz de castigo divino, así que decidió aislarse del mundo por si, evitando los motivos para el llanto, pudiera éste cesar. Pero la soledad la llevó a un estado emocional tan extremo que acabó arrancándose los ojos. Fue inútil; de aquellas cuencas vacías brotaron, con fuerza, exuberantes cataratas. Se quitó, de una forma expeditiva al fin, la vida; y entonces sí, entonces su cuerpo se convirtió en un indolente desierto de sal.
Hace demasiados años, ya, que sus hijos lloran su muerte con una inquietante literalidad.


Recuerdos del futuro. Siri Hustvedt

Recuerdos del futuro. Siri Hustvedt

NOTAS DE LECTURA


La forma de narrar desde distintos espacios y tiempos (trae al presente actual el presente que fue en 1979, recogido en su diario) como si se tratara, a veces, de un puzzle, de ir construyendo la historia, interpretando recuerdos, la manera de relacionar personajes, de ir dejando pistas a lo largo de la trama o tramas que modelan “Recuerdos del futuro”, me ha gustado y me ha interesado mucho.
Me ha enganchado desde el principio por lo que tiene de thriller psicológico, de autoficción (podría decirse que el libro son unas memorias noveladas de la autora), por la cantidad de elementos metaliterarios, referencias a otros libros, obras de arte, por ese ensayo entreverado sobre feminismo, por sus alusiones filosóficas, etc, por el reflejo atrayente del ambiente intelectual de la Nueva York de finales de los 70 y sobre todo por la capacidad de ahondar en la propia memoria, real y ficticia.

Recomendaría abstención absoluta a lectores, "vocacionales y consagrados", de bestsellers playeros.




Una obviedad

Foto: Sandra Sánchez

Ayer, al cambiar de calle en un semáforo, se cruzaron conmigo dos señores mayores y entonces oí que uno le decía al otro “todas las flores se marchitan”. Sin más, descolgado de cualquier conversación (mientras esperaban a que abriera el semáforo estaban en silencio). Tampoco escuché respuesta por parte del otro señor, al menos, en el tiempo que tardaron en pasar. No sabré nunca la razón de esa frase (aparentemente) sacada de todo contexto, pero la sorpresa de escucharla a mi lado así, tan fuera de lugar me hizo pensar en ella, en su rotundidad y redondez, en su capacidad de contener tanto en tan pocas palabras: “Todas las flores se marchitan”; verdad absoluta, ejemplo de verbo transitivo, eufemismo para la muerte, clase de botánica, alegoría de la efímera juventud, dato empírico, verso libre, realismo puro, idea poética, hecho inevitable, ecuanimidad natural, lección de vida, inspiración artística, oración activa, cavilación pesimista, título de algo, pensamiento trágico, cruel paridad, poema en sí mismo. Una simple obviedad.


Un piano entre la nieve, de Isabel Marina


Un piano entre la nieve
Isabel Marina
Prólogo de Marcos Tramón
BajAmar Editores
Gijón, Asturias, 2018

La belleza de la añoranza

Es el segundo poemario de Isabel Marina un poemario hermoso y triste. Con esa belleza que desprende siempre la añoranza. Y quizás pueda, todo él, resumirse en el aserto de dos de sus versos: “todo lo vivido acaba para siempre, / y después sólo vuelve el recuerdo”.



“Un piano entre la nieve” es un conjunto de ochenta y dos poemas, en verso libre, bien articulados en cuatro partes: Origen, En el camino, Revelaciones y Resplandor. El piano – objeto estático, quieto, poco manejable-  es también instrumento que nos invita a viajar a través de las emociones que provoca su música. Isabel Marina nos propone precisamente ese viaje sensorial detenido, ya que nos lleva a un tiempo concreto del pasado: el de su infancia y su adolescencia (antepongo conscientemente el posesivo a estos sustantivos), pero también un viaje mudable que nos va desplazando en el tiempo a través de recuerdos y evocaciones, de momentos que destacan como si fueran piedras negras en contraste con la blancura de la nieve.

En su primera parte, Origen, Isabel M. hace un recorrido desde la infancia a la adolescencia. A través de todo el poemario los juguetes (generales y concretos) serán para la poeta las palabras en clave de los momentos felices, en los que suele aparecer además, la figura del padre, también añorado. Esos juguetes/momentos son deseados, escasos quizá y por eso precisamente tan valorados. No así la palabra infancia, que no es sinónimo, a mi entender, de felicidad sino más bien de un tiempo desvaído, un tiempo líquido que se escurrió entre los dedos sin haberse prodigado en momentos del todo venturosos. Se entreveran infancia y adolescencia y los juguetes son sustituidos por objetos, a veces determinados otras veces más genéricos, que Isabel Marina guarda en esa caja que es su memoria: “inocentes objetos que dejaste un día/sobre tu cama de adolescente”.

En el camino, es una transición introspectiva, una búsqueda interior en la que añora, además de momentos, a los seres queridos que ya no están. Si en Origen la mirada estaba detenida en las primeras etapas de la vida, en En el camino conviene, la poeta, en la necesidad de seguir hacia adelante- sin dejar de echar un vistazo por el retrovisor- consciente de todo lo que arrastra. Y es en esta parte del poemario donde, a su vez, el presente se convierte en espejo en el cual se mira para intentar conocerse o reconocerse: “Aún seguimos aquí/ navegando entre espigas que se mueven/ de cara al horizonte/ al son de la mañana/ aprendiendo a desvelarnos en el espejo/ mientras que la luz ilumina los espacios interiores que ignoramos […]”  Traen, los poemas, algo de esperanza en esta sección, sin abandonar el bello tono de tristeza.

En el tercer título, “Revelaciones”, la voz poética se posiciona en un presente esperanzador, por fin  algo de luz y ánimo renovado. “Nace la mañana en un clamor de luz” – dice en su primer poema-  Trata, asimismo, de enfrentarse a la realidad: “porque debemos/ vivir lo que nos resta/ porque aún nos quedan/ amaneceres nuevos/ realidades que esperan/ nuestro nacimiento interior”. Se perciben en sus versos menos inquietud, quizás cierto conforto en la contemplación sosegada: “Amo los paisajes desolados/ frente al mar del invierno”. Por otro lado, la palabra “muerte” va tomando, a su vez, protagonismo. Pero es una muerte que la poeta acepta rindiéndose  -ya en la tercera parte “Resplandor”- a su certeza desde la conformidad celebratoria de la vida en el recuerdo. La muerte/sus muertos se convierten en luz y apoyo para afrontar la vida y su presente. Toda la inquietud de la primera parte, se va calmando en un dejarse llevar, un mirar de frente a la muerte como esa mano que se tiende amiga a abrirle los ojos y a advertirle de la fugacidad de la vida. De ahí, por ejemplo, el poema Carpe Diem (uno de mis favoritos del libro) “Disfruta de esta noche con amigos, / de las conversaciones, de las risas, / […] la dicha de estar vivo sin preguntas”.


“Un piano entre la nieve” es un poemario lleno de lirismo y evocación. Doliente, bello y de profusa emotividad. Un poemario en el que Isabel Marina nos habla y se habla a sí misma, en el que se exorciza de la peor de las añoranzas: la de aquello que no llegó a ocurrir. Y se convence de que el pasado -con sus momentos hermosos y tristes- fue un camino necesario que la trajo/nos trajo hasta este presente digno, sin duda, de ser vivido.




(Esta reseña fue publicada originalmente en el número 17 de la Revista literaria "Anáfora"https://improntaeditorial.wordpress.com/anafora/, Julio 2019) 



Conejillo






Si dijera que sentí dolor, mentiría. Tan sólo percibí una extraña sensación parecida a un escalofrío. Esperé en aquella camilla la media hora que me indicaron, mientras miraba la blancura inmaculada del techo. Sonreí pensando en toda la miseria que se quedaría en aquella habitación, en la nueva vida llena de oportunidades que aquel pinchazo podría comprar para mi hijo.
Un nuevo pensamiento me arrancó de cuajo la sonrisa: la posibilidad, más que probable, de que yo ya no estuviera para verlo. El dolor se hizo entonces intenso, punzante, crónico.



Palabras para una imagen

© EUGENIO RECUENCO
© EUGENIO RECUENCO


ORISTILA me amaba con rabia.Sus caricias me dejaban unas marcas en la piel parecidas a los arañazos de un gato. Sus besos resecaban mis labios como si fueran el desierto de Atacama y de sus ojos pendían casi siempre unos hilos de ansiedad que le afeaban la mirada.
Oristila me amaba con toda su rabia. Ella creía que aquello era el único amor verdadero, que era yo quien no entendía la intensidad de su cariño. Hasta que le enseñé las cicatrices de sus dardos de pasión. 
La herí de muerte, lo sé; una imagen vale más que mil palabras y ella no gastó siquiera una en decir adiós. 
Se fue como quien va a dar un paseo.
Oristila me amaba con rabia. Ahora me odia con indiferencia… y duele más. Mucho más.



Cuando los tontos mandan. Javier Marías

Cuando los tontos mandan. Javier Marías


NOTAS DE LECTURA

He disfrutado muchísimo de los noventa y cinco artículos que contiene este libro de Javier Marías publicados en el suplemento dominical El País Semanal entre el 8 de febrero de 2015 y el 29 de enero de 2017.

Elegante, inteligente y bien educado en el estilo, carece, asimismo, de pelos en la lengua (o en el lápiz). Al autor de estos artículos, le importa poco que el conjunto de lectores esté de acuerdo con él o le pongan como hoja de perejil. No deja títere con cabeza ni aspecto actual de nuestra sociedad por criticar. Y es que, si una cosa hace bien J. Marías es criticar (en la primera de las acepciones que nos da el diccionario de la RAE), cosa que no hace, ni mucho menos, de forma gratuita; sobre todo lo que opina da argumentos razonados y razonables.Algunos artículos me han gustado más que otros y con algunos, como es lógico, no estoy en todo de acuerdo, pero todo ellos tienen el denominador común de estar escritos con total libertad ante lo políticamente correcto; y eso, para mí, los hace de gran valía en los tiempos que corren. Me gustan las personas que se atreven a decir verdades sin mirar para otro lado y Javier Marías se atreve y va de frente. Me gusta.
Se nota, también es verdad, cierta actitud "quisquillosa", supongo debida a la libertad que da ya la abundancia de años de poder decir lo que le venga en gana de una forma totalmente desinhibida y desenfadada, que no faltona.

Por otro lado, y en el aspecto literario, la prosa de Javier Marías es de una riqueza léxica indiscutible. Siempre la palabra exacta y certera para expresar con precisión sus ideas. Ha sido un auténtico placer la lectura de este libro, como todos los que he leído de Javier Marías.
Un lujazo.

Aviso: no apto para la masa borreguil que sigue, sin pensar, consignas heredadas.




Piedra y Luz


Piedra y Luz_Sandra Sánchez
Foto: Sandra Sánchez


Ni la suave luz de la mañana, que insiste cada día, ablandará el carácter férreo y riguroso del inflexible Tiempo. Tendrá benevolencia con la piedra de estatuas y catedrales, mas con nosotros - viajeros de carne efímera - no tendrá piedad ni compasión alguna.
Pasaremos resignados. La piedra, en cambio, permanecerá aquí sin inmutarse.

(La foto es de esta mañana. Aún no habían dado las 8 campanadas.)



Verdades





VERDADES

Me queda un regusto amargo en la boca cuando noto esas hilachas enredadas en mi lengua. Forman una especie de maraña de letras con caligrafía exquisita y bien definida. Palabras punzantes, certeras y lúcidas que se agarran firmemente a mis papilas gustativas. Hay quienes son capaces de deshacerse de ellas escupiéndotelas a la cara. Pero no es mi estilo. Prefiero la discreción de tragármelas sin que apenas te des cuenta. Aunque me indigeste. Como un gato con una bola de pelo.


Campos de Castilla


Campos de Castilla_Palencia_Sandra Sánchez


El paisaje diáfano de Castilla comparte con el silencio esa identidad austera y sobria de la soledad. Únicamente con el vacío alcanzan, ambos, el esplendor de su presencia. Y a mí me gusta escribir pensamientos, sobre el renglón de su horizonte, cuando paso.


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