Verba volant, scripta manent.

La estatua humana

Se abre el día y comienza la función. Entrada libre, sesión continua. Pupilas que miran, ojos que no ven. La estatua representa in extremis su obra yacente: la mirada se pierde en el infinito, sin brillo. Imposible no volver la cabeza hacia ella. Infima existencia de un día que concibe arte perfecto. Y la gente, sorprendida por el realismo de la quietud hierática, contempla la belleza…
Pasan las horas, el ajetreo constante envuelve a la efigie de soledad acompañada mientras caen las monedas que colman el sombrero.

Mucho más tarde, en la oscuridad de la noche,  el barrendero se detiene un momento frente a la imagen. Se acerca, se agacha, observa, toca…

Todos miraron, nadie vio. El rígor mortis pone el broche final al acto.



6 comentarios:

  1. Esta vez pulga, lo has bordado. El final es, además de sorprendente, sublime. Enhorabuena.

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  2. Para pensar, in extremis me ha gustado

    Hasta otra...

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  3. Piel de Retales, gracias, sobre todo viniendo de ti!!
    ;)

    JaaC 61, hasta cuando quieras, siempre.
    ;)

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  4. Jordicine: gracias!

    sísifo: Gracias! otro para ti!

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