Verba volant, scripta manent.

EN LA NOCHE DE SAN JUAN...


Fuego
"Moraga en una playa de Málaga" ©SandraSánchez


Ardiendo está la hoguera un año más
La danza prima ya vuelve a sonar.
Señor san juan la fiesta va a empezar,
Señor san juan salgamos a bailar.
Si bebo me entran ganas de llorar
Si no al fin de la noche lloro igual.
Señor san juan la fiesta va a empezar,
Señor san juan salgamos a bailar.
A ti el trabajo no te ha de faltar
El nuestro no sé cuanto va a durar.
Señor san juan la fiesta va a empezar,
Señor san juan salgamos a bailar.
No sé si para bien o para mal
Como eres de madera no hablaras.
Señor san juan la fiesta va a empezar,
Señor san juan salgamos a bailar.
No sé si tu podrías escuchar
A un tipo que jamás te va a rezar.
Señor san juan ayúdame a buscar,
Señor san juan qué ganas de pecar.
Cuando no quede nada por cantar
El cuco por nosotros seguirá.
Señor san juan la fiesta va a empezar,
Señor san juan salgamos a bailar.
Si al fuego con mis huesos voy a dar
Quemarme en la foguera de san juan.
Señor san juan la fiesta va a empezar,
Señor san juan salgamos a bailar.
No sé si tú podrías escuchar
A un tipo que jamás te va a rezar.
Señor san juan ayúdame a buscar,
Señor san juan qué ganas de pecar.
Ardiendo está la hoguera un año más
La danza prima ya vuelve a sonar.
Señor san juan la fiesta va a empezar,
Señor san juan salgamos a bailar.


"Danza de San Juan" de Victor Manuel



MUDANZA


"Mujer desnuda" Diego Fernando Céspedes
"Mujer desnuda" Diego Fernando Céspedes


Las mariposas de mi estómago
se han alojado en tu cabeza
y ahora son más racionales:
me dejan dormir por las noches.
Pero yo sé que, desde entonces, Tú
sueñas conmigo,
aunque no me lo digas,
aunque tu cuerpo desnudo -ese único
marco capaz de acotar la belleza infinita-
me espere despierto.

Las mariposas de mi estómago
se han alojado en tu cabeza y
yo, ahora,
sólo te tengo hambre.


©SandraSánchez(Pulgacroft)



COLORES

Parchís
Y las azules, las del abuelo; sentenciaba mi hermano.
Todos asumíamos que tenía que ser él quien repartiera los colores en las fichas del parchís, luego del ajedrez… siempre a su antojo.

Años más tarde, cuando la vida dejó de ser un juego, mi hermano siguió teniendo aquella obsesiva querencia por los colores y su adjudicación, así que cuando el abuelo murió me endosó los números rojos que quedaron en sus cuentas.
Y yo no me atreví a contradecirle, al menos mientras siguiera teniendo el control de aquellas extrañas gotas verdes que nos echaba de vez en cuando en la comida.



©SandraSánchez(Pulgacroft)


#Microrrelato para el concurso de microrrelatos: Relatos En Cadena de La Ser junto con la Escuela de Escritores de Madrid.
100 palabras máximo (sin contar la frase obligatoria de inicio, que en este caso era:"Y las azules las del abuelo" )


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