Verba volant, scripta manent.

Partida de poker



Estudias mi cuerpo y yo mido tus ganas
Aunque tengo pareja

-en mi casa y sin cartas-

Subes la apuesta de mano
(Y nos vamos al flop)
Mi cuerpo al descubierto, tus pechos entregados
Subes un beso, veo tu lengua
Estrecho tus manos
En doble pareja

De palmas.

(Llegamos al turn),
Esta vez soy yo quien apuesta:
Acaricio tus pechos,
Huelo tu aroma,
Cierro tus ojos
Abro tus piernas…
Te lo piensas despacio, sin prisa, no hay reglas.
Estas a punto de tener un…

Full,

Pero pasas, te dejas hacer, y yo paso
Y dejo que hagas.
Seguimos el juego,
Aumentan tus ganas;
Cabalgas mi espalda, siento tu aliento
Me quitas el habla, subo en jadeos.
No me creo tu cara y meto el dedo…

En tu llaga.

(En el river),
Vemos la apuesta y no queremos más cartas.
Yo un All In en tu cama
Y de nuevo
Tú, un (org)As
Y me ganas.
(Volvemos a ser un Trío de Corazones jugando al Solitario).





El ascensor

Elevator_Woman

De pronto el ascensor se paró en el segundo.
Entró y me miró fijamente a los ojos.Las puertas se cerraron y comenzó nuevamente el ascenso. Le dio al noveno sin preguntarme. Yo iba al quinto pero no dije nada.
Sus ojos comenzaron un reto que yo acepté de buen grado.
El duelo no resultó incómodo, muy al contrario sentí una extraña seguridad que nunca antes había tenido. La conexión fue perfecta, mágica, sensual, sexual, cómplice, amigable, embriagadora…
El ascensor llegó a su destino y las puertas se abrieron, pero nadie salió.
Pulsé el botón del quinto e iniciamos el descenso. El reto seguía en pie, sus ojos hipnotizaron los míos y una ligera sonrisa asomó a sus labios, o por lo menos eso me pareció. Yo también sonreí y la complicidad aumentó de grado; también mi calor interno. Ya no éramos dos desconocidos, éramos dos contrincantes en la partida más extraña que jamás había jugado…y que sin duda tenía perdida de antemano.
Cuando el ascensor llegó a mi piso sentí una gran añoranza por aquella eternidad perfecta que no volvería  , a punto estuve de no salir y de pulsar nuevamente el botón en un descenso infinito que no me hubiese importado que fuera hasta el mismo infierno, pero mi razón ganó la pequeña batalla al absurdo y crucé las puertas. Miré hacia atrás y vi como sus labios pronunciaban unas palabras inaudibles. No logré saber qué decían. Bajé corriendo las escaleras pero no llegué a tiempo, el ascensor descansaba vacío en el portal.
Subí a casa y una inmensa rabia inundó mi alma.
Desde entonces, me subo en todos los ascensores con la utópica esperanza de encontrarme nuevamente con aquellos ojos…pero hasta hoy solo he vuelto a tener esa… “extraña sensación de incomodidad” mientras hablo del tiempo con desconocidos…




Balanza

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared pasaron cinco años. Cada día de esos cinco años que lo intentamos fue un intento fallido.
-La muerte pesa demasiado para colgarla en el salón-, me decía mirando la foto de nuestro hijo desaparecido. Yo le observaba y no veía más que a un padre derrumbado; ya no quedaba nada del marido seguro de si mismo, alegre y optimista que había conocido.
Le di  el martillo y la alcayata, y encajé  la pena como pude, en la caja de herramientas.
Todavía hoy, veinte años después de aquel día,  me pregunto si al final pesa más la muerte…o la vida.





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