Petites Luxures |
LAS BRAGAS
Ayer me cayeron encima unas
bragas. Se ve que hay quien tira de todo por la ventana. Así que me cayeron a
mí en la cabeza.
Por instinto miré hacia arriba pero no vi a nadie. No me lo pensé dos veces y llamé
al timbre de todos los pisos del portal. Empezaron a preguntar quién era, a lo
que sólo contesté: “Vengo a devolver unas bragas”. Escuché estoicamente todos
los improperios que también me cayeron encima y al cabo de un momento, entre
todos los insultos, alguien abrió la puerta.
Entré sin saber de qué piso había sido así que subí andando para ver qué puerta
me esperaba abierta. Resultó ser en el cuarto. Llegué arriba con cierta
agitación. Una voz femenina me dijo que pasara y cerrara. Así lo hice. Entré. En
un dormitorio con la cama recién hecha me encontré a una mujer desnuda.
Totalmente desnuda. No supe que decir, así que no dije nada. Ella se acercó a
mí, cogió las bragas y acercándose mucho más aún a mi boca soltó un “gracias”
que a mí me sonó a música celestial…
No hizo falta hablar, todo fluyó con absoluta
naturalidad. Después de las bragas, vino el sujetador, que le abroché con
delicadeza, luego la blusa botón a botón, las medias interminables que fuimos subiendo
poco a poco, la falda ajustada, la
cremallera de las botas… Prenda a prenda
se fue quedando completamente vestida.
Cuando terminamos, salimos juntos de aquel piso. Ella cogió el metro y yo seguí
a pie sin despedirnos.
Esa noche, le pedí a mi mujer que se vistiera despacio para mí. Pero no fue lo
mismo.
©SandraSánchez(Pulgacroft)