Detrás de la luz del día
encubierta está
la de la noche,
-luz endrina que enmascara
firmamentos
de refulgentes estrellas-
Y tras la Luna
aguarda su turno
la blanca luz del alba.
(Bucle perpetuo de
luces tempranas
y tardas que a un
tiempo
despuntan y embozan
lo inverosímil.)
Las puertas que dejamos
abiertas cada noche a
la cara oculta del fulgor,
tienen siempre el mismo
lema de indulgencia:
“ancha manga y paso ancho
a las ánimas que continúan
la corriente del sagrado círculo.”
Hoy, la diosa Fortuna me sonríe
y -un día más-
la lumbrarada de la mañana
me despierta.
©SandraSánchez(Pulgacroft)