Su conciencia no podría soportarlo, todavía le quedaba un
atisbo de humanidad. Eran ya dos años de mentiras, de engaños, dos años de
malos tratos. Ella, por su parte, aguantaba como podía aquel infierno con la
débil esperanza de que él cambiara.
Aquella mañana, después de ajustarse la corbata tomó la decisión, no podía más,
la dejaría libre. Pero cuando llegó a su despacho y se acomodó en su silla recordó quién era. Su
conciencia tendría que esperar. Atendió la primera llamada: “Buenos días señor presidente…”
By Pulgacroft
(Microrrelato presentado a la VII Edición de Relatos en Cadena de La Ser. La frase de comienzo era "Su conciencia no podría soportarlo".)