Lo de agarrarse a un clavo
ardiendo era antes, cuando aún no existía la luz eléctrica. Por no perder la esperanza
y poder solucionar lo que fuera cogías aquel clavo sabiendo que las quemaduras
iban a ser terribles y que la cicatriz seguramente te quedaría de por vida… merecía
la pena, o quién sabe…, pero al menos te agarrabas a ese clavo. Ahora no, ahora
las cosas han cambiado, evolucionado… progreso – lo llamamos- Hoy ya no quedan clavos a los que agarrarse, ya
no hay herreros que fundan el hierro a golpe de martillo y fuego, así que nos
agarramos a lo que haya… lo que más a mano tenemos que nos aporte luz son bombillas, led que gastan menos, así
que no es extraño ir por ahí y ver a gente abrazada a una bien grande; a más
vatios más esperanza, más posibilidades de éxito… la oscuridad no es buena para
el optimismo…
Yo, en mi casa siempre tengo una bombilla de repuesto, no para las lámparas,
para los casos desesperados; ocupa más que una estampita de san Judas Tadeo
pero da igual, yo soy una persona del siglo XXI.
©SandraSánchez
#ViernesCreativo para el blog El Bic Naranja donde se nos propone una imagen para que le pongamos palabras.