LO QUE EN TI CABE



En tu cuerpo
caben todos los cuerpos,
y en tus manos
caben todas las manos.

Todas las espaldas
que no me dejaron ver tu cara
abarcan tu espalda.

Y tus ojos,
reflejan miles de pupilas
que miraron hacia otro lado.

Todas las montañas del Himalaya
se encumbran en tus pechos,
y tu sexo,
concentra todo el calor del desierto.

Pero en tu boca,

en tu boca caben sólo
los besos…
que aún no te he dado.





-Pulgacroft- 





CADUCIFOLIO



Pronto caducaron
mis hojas
sin tus palabras
y se llenaron
de completo vacío
mis (a)brazos.



Desnudo, 
me arraigué a la tierra
con fuerza,
esperando la siguiente 
primavera,
brotes tiernos
de cariño...



Pero hasta el tiempo
-paciente-
se congeló, 
con el frío 
de tu olvido…


Y ahora vivo solo,

entumecido
en un invierno permanente,
sobre una alfombra blanca
de recuerdos con escarcha.





-Pulgacroft-
Foto: Andrés Gómez  www.nuevasimagenes.es





CREDO


Creo en un solo Tú
como un acto de fe,
como se cree
en la cara oculta
de la luna.


Ciegamente.



-Pulgacroft-







HAY UN DIA...



Hay un día,
-no podrías decir
exactamente cuándo 
ni cómo-
en el que sabes
 que lo viene después
serán decisiones unilaterales:


que ya no elegirás en común
el color de las cortinas
 ni el menú del domingo
 -por ejemplo-

Que dará igual
 por el lado de la cama
que te acuestes,
o que sobrará
(durante un tiempo)
café por las mañanas…


Pero por encima de todo eso
sabes,
que ya no será nunca más
lo que un día 
iba a ser

para Siempre…



-Pulgacroft-
Foto de Chema Madoz





MICROHISTORIA DE UN REINO SIN REY

En aquel reino desértico sólo crecían cactus. A su rey, de carácter inconformista, se le ocurrió ni más ni menos que promulgar una pragmática ley: todos los habitantes plantarían un rosal, a ver si así había posibilidad alguna de  enriquecer la flora de aquel inhóspito y yermo territorio.
Pero la tozuda tierra arenosa, sólo daba rosales sin flor y amenazantes espinas se envalentonaban en resecos tallos. El monarca tenía una de ellas clavada en su corazón: carecía de vástagos… así que harto de tanta espina promulgó otra ley más  rocambolesca aún: se eliminarían todos los pinchos de los cactus. Lo único que consiguió fue que en aquel mundo desolado sólo hubiera rosales sin rosas y cactus sin pinchos.
Cuando  el rey murió, nadie le pudo llevar flor alguna y como no tenía descendencia, se  dio la ironía de que a partir de entonces, también fue un reino sin rey.




Palabras obligatorias: cactus, rey, pragmática, promulgar, ironía.

-Pulgacroft-
Foto tomada de aquí: http://isb84.blogspot.com.es/